lunes, 15 de febrero de 2010

A LARGO PLAZO, ¿ES POSIBLE UNA UNIÓN MONETARIA SIN UN GOBIERNO ECONÓMICO EUROPEO?

El euro y la Unión Monetaria han traído más aspectos positivos que negativos. Sin duda, en su haber debemos apuntar una etapa de tipos de interés históricamente bajos y, como corresponde a una etapa de crecimiento económico, el logro del equilibrio presupuestario e, incluso, el superávit en la cuentas públicas. En su debe también hay que anotar el que ha sido tremendamente inflacionista, sobre todo para los productos “al por menor”. Esos que más notamos los consumidores a la hora de ir al mercado.
Ahora bien, desde su nacimiento algunos mostramos nuestro escepticismo respecto a la filosofía y mecánica de su funcionamiento. Es evidente, que una unión monetaria y una política monetaria única precisaba de una unión económica mayor, sobre todo en la política fiscal.
Para entenderlo, debemos retrotraernos a su nacimiento. Sin duda, estuvo marcado por el apogeo del liberalismo más puro, basta recordar que en aquellos años podíamos leer titulares y proclamas que afirmaban que “habían desaparecido los ciclos económicos” y cosas tan disparatadas como que iba a desaparecer de las universidades la asignatura de la política económica. En algún titular, que aún conservo, se proclamaba ocupando toda su primera página aquella estúpida proclama de “viva el pensamiento único”.
Bajo esa premisa, se articuló un banco central, independiente de las autoridades locales, que con el único objetivo de conseguir el control de los precios, se le marcó una única meta: que la subida máxima de los precios fuese como máximo del 2%. Para ello, aparte de los típicos instrumentos de la política monetaria, se fijó como objetivo un crecimiento de la masa monetaria constante (la cantidad de dinero en circulación) del 4,5% anual. Cifra que en realidad, no se ha conseguido nunca.
En al ámbito fiscal, hipotéticamente desaparecidos los ciclos económicos, la política fiscal como medida de estimulo ante posibles insuficiencias de la demanda quedó totalmente relegada. De ahí la obligatoriedad para cada país de presentar sus Programas de Estabilidad, de forma que como máximo tuviera un déficit de sus cuentas públicas equivalente al 3% de su PIB. Por cierto, recuérdese que Alemania y Francia (sobre todo el primero) tardaron bastante en cumplirlo.
La filosofía que impregnó el nacimiento de la eurozona fue completamente neoliberal: dejemos al mercado que por sí sólo arregle todos los problemas, un banco central con una tasa de aumento de la masa monetaria constante –la estrictamente necesaria para financiar los aumentos de la producción- y, unos Gobiernos (cada uno por su lado) celosos de conseguir, a ser posible, el superávit presupuestario.
Está escrito en cualquier libro de Macroeconomía que el planteamiento descrito, es válido para una economía en equilibrio y a largo plazo. Como también está escrito y demostrado que nos es válido para una economía en depresión y a corto plazo. Fue Keynes el que puso de relieve esa tremenda contradicción. Se le atacaba diciendo que sus planteamientos eran válidos, precisamente para eso, para el corto plazo, a lo que él respondía aquello de “a largo plazo todos muertos”.
Vaya por delante que huyo de calificativos y que, personalmente, creo que cada teoría es válida para su momento y finalidad. Ahora bien, sin dudar en absoluto de los mercados como mecanismos eficientes, no es posible ignorar la importancia que tiene la intervención de las autoridades que muchas veces se hace imprescindible.
En la actual Gran Recesión, la postura neoliberal defiende que para salir de la crisis hay que dejar que la actividad económica caiga hasta donde sea menester, para que sea el propio mercado el que realice los ajustes necesarios. Esta postura fue la que, sin duda, se siguió cuando se dejó caer en la quiebra al gigante Lehman Brothers. Sobran comentarios respecto al riesgo sistémico (pánico y contagio en el sector bancario) provocado, situando al mundo entero al borde de un auténtico colapso económico.
Y ¿qué relación guarda todo lo anterior con la Eurozona? Pues bien, ha saltado a la prensa estos días la noticia de que “La crisis fuerza a la UE a poner en marcha el gobierno económico europeo”. Sencillamente, es la constatación de que los ciclos económicos y los fallos del sistema económico siguen estando ahí… y sobre todo que no es posible una política monetaria única sin una política fiscal común. En los momentos de problemas tan serios como el que padecemos no se puede renunciar a todas las herramientas posibles de manera coordinada y de forma racional.
La pretensión de que una política monetaria ortodoxa acompañada de una política fiscal restrictiva, dejando a los mercados a su libre albedrío sea suficiente para cualquier circunstancia, es totalmente inadecuada para situaciones de crisis económica como la que venimos sufriendo. Creo que esto ha quedado más que demostrado.
No es posible que cada Gobierno vaya “a su aire”. Se precisa una mayor integración en todos los ámbitos. Está quedando patente, y eso es lo que está detrás de los tremendos batacazos de los mercados (la Bolsa), que la Unión Monetaria no es posible sin una política fiscal acompasada. No es posible su funcionamiento común con situaciones fiscales tan dispares.
Ahora bien, realmente, ¿esta gobernanza económica común en la región del euro es posible?, y lo que es aún más importante, ¿es este, realmente, un objetivo de las autoridades europeas?
La Unión Monetaria ha sido válida para situaciones de crecimiento y estabilidad. Ahora bien, es patente que peligra en situaciones de crisis económica, donde como consecuencia de la propia crisis (estabilizadores automáticos contra cíclicos) y de la necesidad de intervenciones gubernamentales, se han disparado los déficits públicos en todo el área y la deuda pública necesaria para financiarlos.
Se ha puesto de relieve, en un momento de especial dramatismo, que no es posible una política monetaria única que no vaya de la mano de otra política fiscal única. Ambos son instrumentos necesarios que han ir siempre coordinadamente en el logro de los mismos objetivos económicos.

2 comentarios:

  1. Sin una política fiscal Europa va coja. Cuando llega el tiempo de apoyar la buena cogemos impulso, pero cuando toca apoyar la otra... ¡agárrate que vienen curvas!

    La ceguera neoliberal es como dices hasta tal punto que los incentivos fraudulentos -mucho más representativos del mercado que la competencia, nos han demostrado una vez más la necesidad de intervenir la economía por parte de los Estados y una política fiscal que nunca debió ser relegada con la excusa de motivos ideológicos. La pregunta sería: ¿hemos aprendido algo? ¿Qué se está enseñando en las facultades hoy día?

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  2. Hola Mario, no podría coincidir más con lo que afirmas.
    No hemos aprendido nada. Y en las Facultades se está enseñando y, lo que es peor, fomentando un corsé ideológico -lo del pensamiento único- que implica una carencia total de espíritu critico. Lo digo desde la experiencia de muchos recién licenciados que, día a día, pasan por mis clases.
    Muchas gracias por tu comentario

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