jueves, 6 de junio de 2013

SITUACIÓN ECONÓMICA A JUNIO 2013: ¡que poca unión en la Unión Europea!


Se mantiene la resistencia alemana al cambio de política económica en la eurozona, con críticas a los países que, como Francia, rechazan la tesis de una receta única para salir de la recesión. Alemania se muestra predispuesta a romper el eje París-Berlín (la pieza fundamental de la cohesión europea).
La economía germana debería plantearse que las rigideces suelen volverse contra sus instigadores: las restricciones económicas del Sur pueden ir en contra de las exportaciones alemanas, y los Gobiernos mediterráneos pueden cansarse de que sus ahorros se dirijan a los bancos alemanes.
Además, los hechos señalan que las políticas de “ajuste y reformas” no son la solución: Estados Unidos está mejor que la estancada economía del euro y la política monetaria japonesa está dando resultados.

GLOBAL:

Un informe de la OCDE ha señalado que “la atonía prolongada en los países de la moneda única, en un contexto de cansancio de la población (motivado por el hecho de que los ajustes y las reformas todavía no han dado resultados concretos), podría derivar en un estancamiento con consecuencias negativas para la economía mundial".
El informe señala "los importantes riesgos" que acechan a la región del euro por "la mediocre capitalización de los bancos, los imperativos de financiación de la deuda pública y los riesgos de salida de la zona de las economías más débiles”.
Es necesario, según su economista jefe Padoan, devolver la confianza y estimular el crecimiento, por lo que postuló por aumentar los salarios y liberalizar los mercados en los países con excedentes, básicamente Alemania.
Igualmente, abogó por nuevos estímulos en política macroeconómica, fundamentalmente, una nueva rebaja de los tipos de interés por el Banco Central Europeo (BCE), que además debería adoptar "medidas no convencionales" (compra de títulos de deuda de los países en dificultades) y, sobre todo, por la unión bancaria.
Se señala explícitamente que "al tener un cierto tiempo de retraso la acción pública en la zona euro, la impresión de que existe un fuerte desacuerdo entre los Estados miembros (sobre la unión bancaria) podría tener consecuencias negativas sobre la confianza y agravar la fragmentación".
La recesión de la zona euro afectará en este año 2013 a Grecia (-4,8 %), Portugal (-2,7 %), Eslovenia (-2,3 %), Italia (-1,8 %), España (-1,7 %), Holanda (-0,9 %) y Francia (-0,3 %), además de Chipre (para el que no hay datos), mientras que Alemania logrará escapar con un discreto ascenso del 0,4 % de su PIB.
Por todas esas razones la OCDE ha revisado a la baja sus previsiones para la zona euro, cuya economía debería retroceder un 0,6 % este año y limitar su recuperación al 1,1 % en 2014, en divergencia notable con los otros grandes países desarrollados, en particular Estados Unidos, y mucho más con los emergentes.
En su informe semestral de perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico señaló que el paro sigue siendo el principal desafío en la zona euro, sobre todo teniendo en cuenta que aumentará del 11,2 % en 2012, al 12,1 % este 2013, y al 12,3 % el próximo año.
En contraste, para Estados Unidos se espera que el Producto Interior Bruto aumente un 1,9 % en 2013 (una décima más de lo que se preveía en noviembre) y un 2,8 % en el 2014. La mejora viene impulsada por el saneamiento del sistema financiero y el retorno de la confianza en la economía.
No obstante, la OCDE advierte a Estados Unidos respecto a que la política de bajos tipos de interés y otras medidas no convencionales tomadas por la Reserva Federal, necesarias hasta tener un crecimiento sostenible, pueden conducir a una asunción de riesgos excesivos en los mercados y a la formación de burbujas especulativas, como las que desencadenaron la crisis.
Para Japón, la OCDE mejoró sus previsiones con respecto a las realizadas en noviembre, tanto para este ejercicio (1,6 % de crecimiento del PIB en lugar de 0,7 %), como para el próximo (1,4 % en lugar de 0,8 %), dando su "bienvenida" a las medidas adoptadas que calificó de "radicalmente nuevas".

ESTADOS UNIDOS:

Hace algún tiempo, que se viene produciendo un debate respecto a qué hacer con la política monetaria cuando no existe inflación y el desempleo es altísimo. Las secuelas de la reciente crisis financiera están aún presentes, por lo que han aparecido los temores a crear una nueva burbuja.
Esta discusión sobre la estrategia de salida de la Reserva Federal de EE UU es una buena muestra de ello: la Fed lleva varios meses comunicando a los mercados que el programa de compras de activos podría estar llegando pronto a su fin, o al menos que se podría reducir la magnitud de las compras mensuales. En estos momentos, está comprando 85.000 millones de dólares al mes de bonos del Tesoro e hipotecas titulizadas. Es posible que, llegado el otoño, con la economía estadounidense en una suave aceleración, decida reducir el ritmo de compras de activos y, según las actas de su última reunión, podría culminar el proceso a finales de este año o a principios de 2014.
Algunos analistas no entienden cómo se está planteando una reducción de los estímulos (no una subida de los tipos, ya que ha dejado claro que los tipos aumentarán hasta que el desempleo haya caído, como mínimo, al 6,5%), cuando el paro es todavía muy elevado; la inflación baja y el crecimiento débil. A su vez, otros se plantean que es posible que esta estrategia haya generado recalentamientos en varios mercados, y que la única razón por la cual se mantiene la euforia bursátil es que la Reserva Federal sigue comprando bonos.

JAPÓN:

Las medidas adoptadas por Japón, para combatir la deflación y el estancamiento de la tercera economía mundial desde hace dos décadas, han superado con éxito su primer test. Los programas de estímulos fiscales y monetarios han conseguido reactivar el crecimiento al comienzo de este año 2013. Según los datos suministrados por el Gobierno japonés el PIB avanzó un 0,9% entre enero y marzo respecto a diciembre del año pasado.
Este aumento del PIB triplica la tasa del último trimestre de 2012, sobrepasando con creces las expectativas de los analistas. La situación lleva a la economía japonesa a mostrar el mayor ritmo de crecimiento (el PIB japonés aumentaría un 3,5% este año) de los principales países avanzados.
El contraste con la tendencia de la zona euro es notable. Un día después de que Eurostat confirmara que sufre la recesión más prolongada de su historia, con el PIB de los Diecisiete descontando otro 0,2% trimestral, la economía japonesa emitió señales bien distintas. La disparidad alimenta el debate sobre las distintas orientaciones de la política monetaria. Los bancos centrales de Japón y Estados Unidos son mucho más agresivos que el Banco Central Europeo, con inyecciones de liquidez sin precedentes por su amplitud (compran títulos públicos y privados) y por su cuantía.
Las políticas económicas del primer ministro japonés. Shinzo Abe, están comenzando a surtir efecto”, destacó el ministro de Economía japonés, Akira Amari, tras la difusión de los datos. “La economía japonesa entra, de forma clara, en una fase de recuperación”, coreó Tomo Kinoshita, economista jefe del servicio de estudios de Nomura.
Las “Abenomics”, como han sido bautizadas, además del tradicional paquete de estímulo fiscal (unos 100.000 millones de euros, centrados en la inversión pública), suponen un giro radical en la política monetaria del Banco de Japón, ejecutada desde abril por Haruhiko Kuroda, que no tiene ningún problema para asumir las directrices de Abe.
En su prolongada lucha contra la deflación, el Banco de Japón se ha propuesto como objetivo llevar el IPC japonés a una tasa anual del 2% en dos años. Para ello, duplicó sus inyecciones de liquidez en la economía mediante la adquisición de bonos públicos y títulos privados de renta fija, desplazando buena parte de las compras a plazos más largos.
Un efecto de las medidas es la depreciación del yen, aunque el Ejecutivo japonés defiende que su objetivo es reactivar la demanda interna (no incentivar sus exportaciones depreciando al Yen, lo que podría desatar una guerra de divisas). Aunque estas medidas se contemplan con cierta suspicacia, han sido validadas por los foros internacionales (G-7 y G-20).
El yen se ha depreciado alrededor del 30% respecto al dólar y al euro, desde que el Gobierno de Abe anunciara, en plena campaña electoral, sus planes en noviembre.
Dado que el índice Nikkei se apoya en las principales compañías exportadoras japonesas, el índice selectivo de la Bolsa de Japón ha subido más del 60% en seis meses.
El importante aumento del PIB en el primer trimestre se basó en el consumo privado, que también aumentó un 0,9% respecto al trimestre anterior. Un incremento que los analistas japoneses relacionan con el “efecto riqueza” derivado de la escalada del Nikkei, que lleva a los ciudadanos con ganancias bursátiles a ganar confianza y aumentar su gasto.
El comportamiento del sector exterior también es significativo. La depreciación del yen ha impulsado las ventas al exterior un 3,9%, en contraste con la caída de los últimos meses de 2012 (-2,9%). Las importaciones también han aumentado pero a menor ritmo (un 1%).
La mayoría de los analistas opinan que la notable mejoría económica se prolongará, ya que el plan de estímulo fiscal, que ya ha inducido un crecimiento del 0,8% en la inversión pública, apenas ha entrado en acción.
Sin embargo, se resiste aún su principal objetivo: situar al IPC en el 2%. En marzo, los precios retrocedieron otro 0,9%, enlazando ya diez meses a la baja. Los salarios no repuntan, con un descenso del 0,6% respecto a 2012.
Las empresas, con exceso de capacidad instalada, continúan sin invertir. Y el repunte del rendimiento de los bonos del Tesoro japonés en el mercado secundario (se ha duplicado en un mes, aunque todavía es solo del 0,8%), si se mantiene, podría provocar dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública japonesa, cercana al 200% del PIB, además de encarecer los costes financieros.
En suma, todavía está por ver si los riesgos de las inyecciones masivas de liquidez (inflar burbujas financieras) acaben estallando, generando de nuevo la entrada en otra nueva crisis económica.

UNIÓN EUROPEA:

El principal instrumento que acordaron los líderes comunitarios en junio de 2012 para impulsar la recuperación y el empleo no funciona. El cacareado plan de inversiones de más de 120.000 millones de euros a cargo del Banco Europeo de Inversiones marcha muy lentamente. En contraste, se han impuesto con gran rapidez los recortes alentados por Bruselas, profundizado la recesión económica. El paro en la zona euro se sitúa ya en el 12,1%, una media engañosa que encierra realidades tan diversas como la griega o la española, con tasas del 27%, y, en el otro lado, la alemana (5,4%).
La enfermedad que sufre la región del euro podría hacerse crónica: los 17 países que comparten moneda única arrancaron el año como habían cerrado el anterior (caídas de su PIB).
La disminución del 0,2% del PIB registrada en la eurozona convierte a esta recesión en la más duradera de la historia del euro. Tras año y medio de retrocesos económicos consecutivos, los problemas se han generalizado: además de los problemas de los periféricos, Francia, la segunda economía del euro, ha entrado también en recesión, mientras Alemania y Austria se quedan a un paso de esa categoría.
Según los datos divulgados por la oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat), las economías del euro retroceden desde el último trimestre de 2011, y no se espera un próximo retorno al crecimiento, aunque la caída del PIB se modera algo respecto al mes de diciembre de 2012.
Los datos de Eurostat sitúan a España e Italia como las dos importantes economías que sufren mayores descensos. Ambos países se contraen un 0,5% respecto a diciembre, superando, de esta forma, la situación media de la eurozona. Tan sólo un país de los rescatados, Chipre, padece resultados peores.
La situación económica en toda la Unión Europea ha empeorado. De forma que, con excepción de la leve mejoría vivida durante el verano de 2012, los 27 Estados miembros vuelven a la recesión (dos trimestres consecutivos de descensos en el PIB), siendo la situación extremadamente volátil.
Casi un año después de que los líderes de los países miembros se conjuraran para salvar el euro y promover el crecimiento, la deuda pública ya no sufre el asedio de los mercados, pero la economía real tampoco despega.
Sin duda, la evidencia de que las recetas aplicadas no dan resultados, ha llevado a la Comisión Europea a moderar su discurso: España y Francia tendrán dos años más para cumplir con los objetivos de déficit.
Ahora bien, aunque se ha ralentizado el ritmo, no se varía el espíritu del “recetario económico”, de forma que las políticas no van a cambiar.
Pese a que sus desequilibrios son de los más agudos de los países de la UE, el único gran país de la Unión Europea que mejora con claridad entre enero y marzo es el Reino Unido.
Quizá se deba a que su política monetaria sea mucho más expansiva que la europea, inyectando liquidez al sistema y facilitando los créditos a las PYMES británicas.
Respecto al año pasado el agravamiento de la crisis es notable. La asfixia del sector privado, unida a la contracción del público, es el principal freno en la recuperación de la zona euro. Las economías del euro retroceden un 1% interanual, una décima más que en el trimestre precedente. El deterioro también se acusa en el conjunto de la UE, que desciende un 0,7%.
Alemania está convencida de que su receta (austeridad y reformas) es la mejor. Y esta imposición, difícilmente va a cambiar. La política económica europea puede seguir suavizándose según los resultados de las elecciones germanas en septiembre y del devenir de la crisis económica, pero poco más. La mayoría de los analistas afirman que “nadie espere ningún giro radical, más allá del tiempo extra en algunos países para recortar el déficit o el renovado acento sobre las políticas sociales para luchar contra el desempleo juvenil”.
Según las autoridades de Berlin, la austeridad y las reformas es lo único que puede sacar a la UE de la crisis en la que se ha metido. Lo demás sería crecimiento sustentado sobre bases poco sólidas. La inversión pública alemana es pírrica, de poco más del 1% del PIB (inferior incluso a la española que se ha hundido con la crisis). Y eso, según las fuentes consultadas, no va a variar pese a las peticiones del Sur de Europa. En Berlín se alude continuamente al “crecimiento sano sin más deuda”.
Berlín no se ha opuesto a dar más tiempo para que Francia y España, por ejemplo, recorten sus déficits, pero a cambio quiere prontas reformas (sobre todo laborales).
Y además, Alemania señala que “aún hay que hacer mucho para ganar credibilidad en el saneamiento de la banca”. Y ahí apunta a España, a cuyo Gobierno responsabiliza de no haber usado el grueso de los 100.000 millones del rescate (recuérdese que tan sólo se han tomado 40.000 millones de euros).
Según las autoridades alemanas, las restantes áreas económicas (Estados Unidos y Japón) “acabarán pagando caro el haber optado por las vías fáciles”. Alemania no piensa que no haya alternativa a su recetario, pero está convencida de que su fórmula es la mejor.
Las autoridades alemanas opinan que si existen efectos colaterales, como la creciente germanofobia, Berlín puede con ello: “Es un mal temporal. Se evaporará cuando vuelva el crecimiento. Es más fácil aplicar medidas dolorosas acusando a un enemigo externo; si hay que buscar un chivo expiatorio en Alemania, podemos vivir con eso”.
En realidad, a Alemania sólo le preocupa que no haya más transferencias de dinero a otros países: una parte de la ciudadanía no lo aceptaría, y por eso surgen partidos favorables a abandonar el euro.
Según ha explicado Stephan Homburg del Instituto de Finanzas Públicas, “el objetivo principal de Ángela Merkel es evitar sorpresas hasta septiembre. Es posible que por eso permita medidas de apoyo del BCE. Porque si hubiera sobresaltos, algún rescate explícito antes de las elecciones, los partidos radicales sacarían tantos votos como Beppe Grillo en Italia, y Merkel podría estar acabada. No hay demasiada austeridad en Alemania”. Afirmando que tampoco hay austeridad en España: ¿Un déficit del 10% del PIB puede llamarse austeridad?”.
Según algunos analistas, el pensamiento económico alemán “es uno de los más extremos del mundo: niega completamente los efectos positivos que pueda tener un keynesianismo moderado, incluso en la trampa de liquidez en la que está Europa”.
Enmarcado en ese ideario, el presidente del Banco Central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, ha criticado la prórroga concedida a Francia para ajustar su déficit. Teme que estas prórrogas erosionen las nuevas reglas de estabilidad aprobadas en Europa el año pasado. Francia, dice Weidmann, “tiene una responsabilidad especial, lo mismo que Alemania”, para evitar que estos acuerdos queden en papel mojado.
También dispara contra las medidas anticrisis del Banco Central Europeo (BCE), que ha reducido los tipos de interés a su mínimo histórico de medio punto. Afirma sentirse “preocupado porque la buena evolución de los mercados financieros y que, en particular, los bajos tipos de interés, rebajen la presión para combatir las causas de la crisis”. Para Weidmann, “que países como España se endeuden más barato gracias a las medidas del BCE es más un riesgo que un alivio”. Yo añadiría que, sobre todo, lo es para los bancos alemanes (nuestros acreedores).
Weidmann también lamenta que Francia tenga “un déficit presupuestario muy por encima del 3%” que fijan como máximo los tratados europeos. Aunque admite que la flexibilidad en los criterios responde a que “la evolución económica está siendo peor de lo esperado”, Weidmann considera que el plazo no debería haberse alargado “de una sola vez al máximo posible”. Hace unas semanas, Francia obtuvo de Bruselas una prórroga hasta 2015 para reducir su déficit al 3%.
Las críticas al país vecino se han convertido en moneda común en los despachos políticos y financieros de Alemania. Las grandes diferencias entre París y Berlín se están aireando en invectivas directas o hasta insultantes, como la que lanzó el Partido Socialista francés contra Merkel. El propio presidente Hollande tuvo que salir a suavizar la controversia, asegurando en un discurso público que las relaciones entre Francia y Alemania “no tienen problemas”, y que su trato con Merkel siempre es “respetuoso”.
La victoria de Hollande en las elecciones presidenciales, hace ahora un año, abrió una brecha entre las dos primeras potencias de la Eurozona. Merkel y Hollande son incapaces incluso de consensuar las declaraciones conjuntas con las que ambos gobiernos iban a las cumbres europeas.
Hollande impulsó el año pasado un pacto por el crecimiento económico. Debía tener vigor en paralelo a los acuerdos de estabilidad, es decir de austeridad, propugnado por Merkel. No ha servido para nada. El Gobierno alemán ha filtrado un informe en el que señala que a “la movilización general hacia las reformas estructurales y la competitividad” le queda, según el punto de vista alemán, mucho camino por recorrer. Francia, aseguran en Berlín, sólo ha avanzado en el ajuste de sus cuentas con medidas para elevar sus ingresos. Alemania pide más recortes del gasto. En cuanto a España, Berlín cree que “serán inevitables reformas para superar algunas rigideces en el mercado laboral”. Es decir, despidos aún más baratos y contratos aún más precarios. Igualmente en Italia observan el mismo problema.

ESPAÑA:

La Comisión Europea ha moderado levemente la austeridad, pero acelerando las reformas. En realidad, para muchos analistas, se trata de un giro retórico, acompañado de alguna medida, como la del paro juvenil: 6.000 millones de euros para siete años en 27 países (actualmente hay 26 millones de desempleados). Esperemos que, efectivamente, se cumpla.
Ahora bien, la Comisión Europea ha dictado plazos muy estrictos al Gobierno español en las reforma de pensiones, impuestos, y mercado laboral, advirtiendo que va a intensificar su vigilancia sobre España en su cumplimiento. No obstante, aflojó la presión sobre el déficit español evitando abrir el correspondiente expediente sancionador contra nuestro país.
La Comisión ha concedido más tiempo a siete Estados para cumplir el objetivo del déficit, pero exigiendo reformas que en el caso español o francés, darán lugar a serios problemas a sus Gobiernos, y ahondan en las mismas causas que han provocado la recesión europea.
Bruselas ha impuesto al Gobierno español una serie de fechas límite en otras tantas reformas: ajuste (bajada para 2014) de las pensiones, y una profunda revisión de la reforma laboral en septiembre, y nuevas subidas fiscales.
Todo ello, supone que sin estímulos de Fráncfort, de Berlín o de cualquier procedencia, la economía española está, ojalá nos equivoquemos, a un corto paso del cuadro depresivo a la japonesa, como el que ha venido padeciendo durante dos décadas esa economía.
España consiguió ampliar el margen para el déficit (que podrá llegar al 6,5% del PIB este año y al 5,8% el próximo, dos y tres décimas más de lo previsto, respectivamente). A pesar de que algunos miembros de la Comisión Europea, y algunos socios deseaban un mayor castigo para España.
Para el vicepresidente de la Comisión, Olli Rehn, “el esfuerzo fiscal estructural de los últimos años se ajusta a las recomendaciones, pero España no ha cumplido con el déficit y hay serios riesgos de tampoco lo haga en el futuro”. Su conclusión es que “las medidas aplicadas no han provocado la recesión, sino que la situación es fruto de una inesperada degradación de la situación económica”.
Bruselas también critica la baja presión fiscal, solicitando más medidas contra el fraude y cerrando la posibilidad de bajadas de impuestos: todo lo contrario, se recomiendan nuevas subidas. La Comisión Europea solicita la “revisión sistemática” del sistema tributario para marzo de 2014; “explorar una mayor limitación de la aplicación de IVA reducidos” y subidas de los impuestos sobre carburantes. Por tanto, incrementar en plena recesión económica, al menos dos impuestos.
España ha de “culminar a final de 2013 la regulación del factor de sostenibilidad de las pensiones. Debe fijar, entre otros aspectos, que la edad de jubilación vaya aumentando en función de la esperanza de vida”. Esto implica el aumento de la edad de jubilación.
En otro orden, es importante destacar que el valor de las exportaciones de mercancías ha superado, en el pasado mes de marzo, al valor de las importaciones. Supone casi 635 millones de euros. Históricamente, es la primera vez que las empresas españolas consiguen vender más de lo que compran de mercancías. Es importante, que este primer superávit comercial sea la antesala de un superávit de la Balanza por Cuenta Corriente (mercancías, servicios, transferencias y rentas). Ello significaría una reducción de la importantísima deuda exterior española.

MERCADOS:

La banca española es, en importancia por volumen, el segundo grupo inversor en deuda pública: ha aumentado en 91.300 millones de euros su cartera de bonos y obligaciones. De esta forma, ha superado a los llamados inversores institucionales: fondos de inversión, de pensiones, y las aseguradoras.
El Banco Central Europeo ha sido el gran financiador de las entidades de crédito españolas durante el pasado año, ya que para obtener préstamos del BCE ha tenido que dejar bonos españoles pignorados (operaciones de open market). También que las inyecciones de liquidez de la autoridad monetaria al término del año 2012, y comienzos del 2013, se dedicaron básicamente a la compra de deuda pública con una elevada rentabilidad de estas operaciones. Una de las razones, que motiva que las facilidades financieras del BCE a los bancos no se hayan destinado a créditos a empresas y particulares.
La situación ha permitido mejorar las tasas de interés que el Tesoro Público ha debido pagar en sus emisiones de deuda (el tipo medio ha bajado en 50 puntos básicos), suponiendo, nada menos, que un ahorro de unos 1.000 millones de euros. Esta mejoría se está manteniendo durante 2013 (los tipos han bajado del 3,01% y 2,68%), lo que implica una reducción del gasto en alrededor de unos 300 millones de euros.
Por otro lado, haciendo una referencia al caso del canje de las preferentes por acciones de Bankia, la mayoría de pequeños ahorradores y minoritarios han sufrido fuertes pérdidas. Las pérdidas de las acciones en Bolsa, suponen para estos ahorradores, muchos de ellos pensionistas, unas pérdidas de un 73% en los ahorros que invirtieron.

EMPRESAS:

Es indudable que la crisis afecta a todos sin excepción: nada menos que El Corte Inglés debe mejorar su situación financiera, y ha decidido reorganizar su deuda de alrededor de 5.000 millones de euros.
Según se ha publicado, la empresa de distribución se ha sentado con BBVA, Santander, Bankia y Caixabank para alargar los vencimientos de sus créditos, que en los últimos años han crecido muy por encima de sus habituales niveles de apalancamiento (endeudamiento).
La adquisición del edificio Windsor, la compra de un 6% del capital en manos de accionistas minoritarios, el desarrollo de nuevos centros comerciales, como el recientemente inaugurado de Córdoba, o los de Tarragona y Badajoz, justo cuando las tensiones en los mercados de capitales empezaron a aflorar, y poco antes de que el consumo retrocediese en tasas de dos dígitos, son causas de la situación actual.
Los acreedores, liderados por Santander y BBVA, están dispuestos a alargar los plazos de vencimiento, siempre y cuando El Corte Inglés aporte garantías patrimoniales. Esta condición, normal en cualquier préstamo, era inaudita en la relación entre los bancos y el grupo de Isidoro Álvarez, ya que todas las líneas de financiación se concedían “tal cuál”, sin pignoración alguna, al considerar que El Corte Inglés era una de las empresas más solventes de España.
Los bancos afirman que continua siendo un cliente solvente, fiable y seguro, pero que la regulación sobre provisiones (deterioro de valor) les obliga a tomar una mayor prudencia.
Algunas fuentes apuntan a que la refinanciación no tendrá problemas, ya que el grupo tiene un beneficio bruto de explotación de casi 1.000 millones y un inmovilizado material de más de 10.600 millones.
La deuda bruta de El Corte Inglés asciende a 4.900 millones de euros si se tienen en cuenta los algo más de 1.300 millones procedentes de empleados que depositaron su dinero en la empresa a cambio de un interés, como si fuera un banco. Sin embargo, teniendo en cuenta las deudas pendientes de cobro, el endeudamiento neto se reduciría a unos 2.500 millones. Esta última cifra supone un ratio de apalancamiento de 2,5 veces el EBITDA, una posición cómoda si se compara con grandes empresas del Ibex 35.
La realidad es que se trata de una situación novedosa, ya que El Corte Inglés tradicionalmente se ha financiado a través de su gran liquidez (no ha tenido deuda bancaria).
Citan algunos analistas, que sería suficiente, para eliminar el pasivo, vender su negocio de tarjetas, la compañía de seguros o los centros comerciales, todos en propiedad. “Solo con hacer una operación de venta con alquiler, sell & leaseback, tendrían suficiente”, argumentan.

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