jueves, 4 de julio de 2013

LOS CRÉDITOS DE LA BANCA: no se abre el grifo...


Como es sabido el negocio de los bancos consiste en mover el dinero…concediendo préstamos, comprando títulos (normalmente de renta fija), y prestando servicios por los que cobran comisiones.

Pues bien, la banca española parece que se ha olvidado de una de estas funciones, probablemente la más importante, la concesión de créditos, que según datos del propio Banco de España se ha desplomado casi un 30% desde los máximos del año 2009.

Y lo que es peor, por mucho que la publicidad del Fondo Estatal de Rescate (FROB) nos machaque con el slogan: “ha llegado el momento de abrir el grifo”, la recuperación del crédito no está, desafortunadamente, tan cerca como nos quieren hacer pensar… Y es que, un año después del rescate, no sólo continúa cerrado el grifo del crédito, sino que gravemente se han intensificado las restricciones a la financiación.

La concesión de hipotecas a las familias también está sufriendo los mayores retrocesos que se recogen en las estadísticas. El total de la financiación a los hogares está, además, en su nivel más bajo desde antes del estallido de la burbuja en 2007.

Y, ¿qué razones explican esta situación?...

Quizá la más importante sean los problemas de solvencia que no terminan de resolverse, y que motivan la necesidad de una mayor capitalización bancaria. ¡Todo lo contrario!... cuándo se oye que en algún caso, se están refinanciando préstamos hipotecarios a 90 años, se ponen, literalmente, “los pelos de punta”. Continúa habiendo un problema de fondo, al persistir las dificultades de las entidades, que han de reforzar su capital debido al “deterioro de valor” de sus activos. 
 
Las nuevas exigencias legales a los bancos, para que aumenten sus provisiones, motivan que haya menos recursos para prestar.

En cierta medida, también se trata de una imposición de Bruselas, ya que entre las condiciones del rescate bancario, se encuentra la de que las entidades del Grupo 1 -las nacionalizadas- reduzcan su tamaño, lo que motiva más recortes de sus créditos.

Además, con el aumento habido en las tasas de morosidad, dónde hace años todo eran facilidades, ahora todo es aversión al riesgo, por lo que las Pymes y los particulares sólo encuentran dificultades para conseguir su necesaria financiación.

La morosidad, con unas cifras ya suficientemente abultadas, sigue creciendo, y la posible leve recuperación económica no compensará esta dinámica, por lo que los créditos de muchos bancos españoles, que aún están sufriendo la crisis inmobiliaria, tendrán un mayor deterioro a corto plazo.

Agrava la situación, el que las economías más afectadas por la crisis de la deuda soberana, como es el caso de España, están padeciendo, un elevado sobrecoste en su financiación, que afecta más gravemente a las pequeñas y medianas empresas, muy por encima de la de otros países europeos cuyas primas de riesgo no han sufrido presiones de los mercados. 
 
Bien es cierto, que con una deuda externa privada tan abultada como la española, es preciso compatibilizar el necesario proceso de desendeudamiento, con la imprescindible actividad crediticia del sistema financiero, que debe atender a la principal razón que justifica su existencia: proporcionar los recursos financieros que se precisan en la actividad económica, canalizándolos hacia la inversión. 
 
Debería ser un objetivo prioritario para todos, ya que hasta que no se reactive el crédito a empresas y familias, no tendrá lugar la recuperación económica, y por tanto, la solución del mayor problema que padecemos en la economía española: conseguir crear el mayor número de puestos de trabajo para esa parte de españoles a los que se le priva de ese derecho fundamental.

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