lunes, 1 de diciembre de 2014

JAPÓN: 20 AÑOS DE ESTANCAMIENTO ECONÓMICO. ¿EUROZONA?...


El crecimiento en la región del euro no repunta del 1%, se mantiene el peligro de caídas en los precios y el desempleo es muy elevado. Se trata de una situación que para muchos, con sus propias peculiaridades, recuerda a la de Japón. Vendría muy bien que las autoridades germanas recordasen lo que ocurre cuando se retrasan los estímulos a la demanda.
La economía japonesa, acaba de entrar en recesión técnica por cuarta vez en los últimos seis años. Su producto interior bruto cayó un 1,9% durante el segundo trimestre y un 0,4% en el tercero, una bajada provocada en esta ocasión por la subida del IVA que entró en vigor el pasado abril. De forma que la tercera economía mundial observa como de nuevo la esperanza de abandonar décadas de estancamiento está en peligro.
A mitad de años ochenta la desregulación financiera y el exceso de crédito en Japón dispararon la inversión especulativa en terreno y acciones. Los inversores, animados por las bajas tasas de interés y la facilidad para conseguir créditos, pedían cada vez más préstamos para comprar activos inmobiliarios y financieros que después vendían fácilmente ante la subida exponencial de los precios.
De forma que, una de las mayores burbujas de la historia económica moderna, estalló tras la decisión del Banco de Japón de subir los tipos de interés para luchar contra la inflación. Al desplome de las bolsas y del sector inmobiliario le siguió una crisis bancaria, el cierre del grifo del crédito y una deflación endémica que perdura hasta nuestros días.
El periodo de estancamiento suma, nada menos, que 20 años: según el Banco Mundial, Japón ha crecido un 0,95% de media entre los años 1991 y 2013.
El primer ministro Abe ha pospuesto el nuevo incremento del IVA hasta abril de 2017, y ha convocado elecciones anticipadas para, según explicó, “buscar el apoyo” a las abenomics, su estrategia para reflotar la economía de Japón.
El alza del IVA contradice la receta del primer ministro, que consta de tres pilares: estímulo monetario, aumento del gasto fiscal y reformas estructurales.
El primero lleva más de un año y medio en funcionamiento con el objetivo inicial de lograr una inflación cercana al 2% en 2015, lo que se podría conseguir para 2016. La última inyección incrementó la base monetaria con 80 billones de yenes anuales adicionales (unos 550.000 millones de euros).
El segundo pilar, la política fiscal expansiva, se ha reflejado en el aumento récord del gasto público, que se ha incrementado significativamente durante los dos últimos años, especialmente en seguridad social, defensa, e infraestructuras principalmente relacionadas con la acogida de los Juegos Olímpicos de verano en 2020. Y sobre todo para hacer frente a los cada vez mayores intereses de la deuda pública.
Si menospreciar los anteriores, el mayor problema son las reformas estructurales. Muchas de ellas no han sido puestas en práctica y es difícil prever cuándo se aplicarán: incentivar el acceso a la vida laboral de la mujer con hijos; reaccionar frente a una población cada vez más envejecida, donde el 26% de los habitantes ya superan los 65 años, y liberalización del comercio en contra de los instintos proteccionistas de Japón.

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