lunes, 9 de febrero de 2015

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A FEBRERO 2015


La destrucción de empleo comenzó en la economía española en el año 2007, y no se han comenzado a generar puestos de trabajo hasta el año 2014. Se tardará, al menos, cinco años en alcanzar la situación de 20 millones de ocupados previa a la crisis. Y lo que es peor, es que en este inicio de la recuperación sobre todo han crecido los contratos a tiempo parcial, en muchos casos impuestos a los trabajadores, por lo que se tardará aún más en recobrar el nivel de horas trabajadas anterior a la crisis.
GLOBAL:
La recuperación debe abarcar a los millones de empleos destruidos en la peor crisis económica en medio siglo. La única economía que ha cumplido esta premisa ha sido Estados Unidos, ya que ha registrado el mayor crecimiento de la población ocupada habido en los últimos quince años.
De esa forma, también conseguida en su momento por el Reino Unido y Alemania, el pasado año 2014 fue el año en el que los países avanzados recobraron el nivel de empleo previo a la crisis. Esto a pesar de la situación de la región del euro, en la que los países del sur de Europa, Grecia, España e Italia están iniciando el camino. La disparidad reluce en la recuperación de la crisis.
Solo en Estados Unidos se perdieron más puestos de trabajo (9,4 millones frente a 3,8 millones) que en España, pero la incidencia relativa en la primera economía mundial fue mucho menor: se destruyó un 7% del empleo, mientras en España la ocupación cayó más del 18%. Y la depresión en Grecia ha destruido alrededor del 25% de los puestos de trabajo previos.
Según declaraciones del economista jefe de la OIT, Raymond Torres, “las respuestas a la crisis han sido distintas: en Estados Unidos, se siguieron políticas que llevaron a la depreciación del dólar, el aumento de la inversión pública y a una expansión monetaria”. Mientras que el año 2010, “los países europeos con crisis internas operaron en un entorno restrictivo, marcado por la austeridad presupuestaria y la debilidad de la intervención monetaria, hasta que una nueva dirección se hizo cargo del Banco Central Europeo, la estrategia europea tuvo consecuencias negativas para el empleo”.
En ese mismo sentido, durante el último Foro Económico Mundial de Davos, el Gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha advertido que “estamos en un momento de transición en varios ámbitos que pueden concretarse a lo largo de 2015. Las divergencias en política monetaria van a provocar una reubicación de los flujos de capital en todo el mundo, con consecuencias para muchos mercados, y no exenta de turbulencias. Pero, sobre todo, va a poner a prueba el nuevo sistema financiero que hemos diseñado después de la crisis de 2008”.
Igual afirmaba, Benoît Coeuré, miembro del consejo de gobierno del BCE: es cierto que la nueva regulación financiera puesta en marcha tras la crisis aún no ha probado su efectividad. No tenemos la seguridad de que realmente sea la legislación que necesitamos. Esta situación exige una mayor coordinación para evitar la emergencia de proteccionismos financieros entre los mercados más afectados por las turbulencias”.
Ejemplos de la inestabilidad que puede venir, son la esperada decisión del Banco Nacional de Suiza de dejar cotizar libremente el franco suizo contra el euro, que ha revalorizado la divisa helvética aproximadamente un 20% frente a la moneda única. También que Dinamarca haya bajado los tipos de los depósitos dos veces en una semana, para situarlos en un terreno aún más negativo (-0,35%), y aliviar así las presiones sobre su divisa.
Por otro lado, la agencia de calificación Standard&Poor´s ha rebajado la nota de la deuda de Rusia hasta colocarla al nivel del bono basura (BB+, con perspectivas negativas), la más baja recibida por Rusia en la última década.
También Moody's ha bajado, durante el pasado enero, la categoría a la deuda pública de Rusia a Baa3, solo un escalón por encima del bono basura, a causa del descenso en los precios del petróleo y la devaluación del rublo.
El mayor exportador de energía del mundo está al borde de una recesión después de que los precios del petróleo hayan retrocedido a su menor nivel desde 2009. 
El oro ha recuperado su estatus de valor refugio y su cotización se ha disparado, durante el mes de enero, un 10% hasta los 1.300 dólares la onza (1.160 euros).
Por otro lado, “se ha disparado toda la munición”, como confirma la decisión de acometer una política de compra de deuda por parte del BCE, para reactivar el crecimiento y combatir la amenaza de deflación. Según Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, “no hay duda de que nos adentramos en terrenos desconocidos”.
En Davos ha resurgido la amenaza que representan los riesgos geopolíticos para la economía global. Muchos bancos internacionales han acudido al encuentro con especialistas en el análisis geoeconómico y se sitúa a esta amenaza en el primer puesto de la lista de riesgos a medio plazo de la economía mundial.
Nariman Behravesh, economista jefe de la firma de la empresa de análisis y estrategia IHS, declaró en el Foro: “muchas de las tendencias que observamos nos recuerdan a las de los años 80 y 90. Estados Unidos es, de nuevo, la locomotora económica mundial. El dólar vuelve a ser la moneda fuerte, y su producción petrolera está a punto de ser la mayor del mundo”.
Sin embargo, según una encuesta mundial de PwC, parte de las esperanzas del pasado año 2014 se han evaporado y con ellas el optimismo que mostraban los directivos empresariales sobre la economía mundial. De forma que entre los consejeros delegados de más de 1.300 empresas de todo el mundo, se revela que solo el 37% de los directivos espera una mejora de la situación económica mundial, lejos del 44% del año pasado, y un 17% que estima que la actividad mundial caerá, el doble que hace un año. Los ejecutivos españoles son más optimistas que la media: un 39% cree que la situación mejorará, pero el dato también empeora sensiblemente respecto a 2014 (50%). La mayoría, sin embargo, dentro y fuera de España confía en que sus compañías aumentarán ingresos y empleos.
Según el presidente de PwC, Carlos Mas, “la encuesta viene a constatar que nos encontramos ante un escenario económico distinto al que hemos conocido hasta ahora y en el que se conjugan cifras de crecimiento a nivel global con grandes oportunidades de negocio y acontecimientos disruptivos”. Deben ser esas oportunidades de negocio, y quizás también la mejora de la economía española, las que han llevado a asistir a los ejecutivos españoles a Davos, que en esta edición configuran el mayor número desde que estalló la crisis.
La brecha entre los grandes bancos centrales se agranda y esas tensiones se empiezan a reflejar en el mercado de divisas, a la espera del próximo movimiento después de que el Banco Nacional de Suiza desligara por sorpresa el franco del euro. La Reserva Federal, el Banco de Inglaterra y el Banco de Canadá subirán probablemente, aunque moderadamente, los tipos de interés este 2015. Mientras, el BCE, el Banco de Japón y el Banco de China proporcionarán más estímulo a sus economías.
Tan solo el coste más barato de la energía, nos permite esperar cierto crecimiento fuera de Estados Unidos. El informe de Riesgos Globales que cada año elabora el Foro de Davos, advierte sobre el hecho de que, durante la próxima década, la mayor amenaza a la estabilidad mundial surge de los conflictos internacionales. “Los riesgos geopolíticos habían desaparecido del mapa de riesgos en los últimos cinco años y vuelven con fuerza”.
Por otro lado, dentro de la economía global, hay que reseñar la debilidad de la demanda de las materias primas, desde el cobre hasta las materias primas agrícolas, que se ha ahondado desde el inicio de la crisis en 2008. El mantenimiento o el aumento de la oferta mundial, acompañada de la caída en la demanda de los principales consumidores, China y la eurozona de forma destacada, son los causantes de la debilidad aflorada.
Esta circunstancia puede tener un grave impacto para los países exportadores, al ser muchos de ellos economías monoproductoras: según datos del propio Banco Mundial, durante los años 1997 a 2011, “el índice que agrupa a todas las materias primas no energéticas ascendió más de un 60%. De esa evolución ya están siendo tributarias las economías emergentes que tienen en sus monocultivos exportadores la principal fuente de ingresos. Es el caso de América Latina, que hizo de sus exportaciones a China —desde el cobre chileno hasta la soja argentina— una de las principales fuentes de su bonanza exportadora y de la capacidad de atracción de flujos de inversión extranjera directa durante la pasada década. Pero también algunas economías africanas subsaharianas sufrirán consecuencias similares”.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional, para 2015, ha revisado al alza, (un 3,6%) el crecimiento económico de Estados Unidos, en gran medida gracias al robustecimiento de la demanda privada interna. El abaratamiento del petróleo está mejorando los ingresos reales y expectativas de los consumidores.
Por el contrario, El FMI prevé el debilitamiento del crecimiento de la zona del euro, revisado a la baja al 1,2%, como consecuencia de la caída de la inversión, a pesar del empuje que supone la caída de los precios del petróleo, la mayor distensión de la política monetaria, y la reciente depreciación del euro.
Para Japón, cuya economía cayó en recesión técnica en el tercer trimestre de 2014, el FMI ha revisado a la baja su crecimiento (al 0,6%).
ESTADOS UNIDOS:
La tasa de crecimiento de economía estadounidense, finalmente, ha quedado durante el año pasado en el 2,4%, tras moderarse en el cuarto trimestre a una tasa anualizada del 2,6% del PIB.
La mejora económica vino acompañada de la creación de empleo y del abaratamiento de la gasolina, que han sido el soporte en el que se ha apoyado el aumento del consumo. Si bien, la apreciación del dólar y la debilidad internacional penalizaron a las exportaciones estadounidenses de sus multinacionales.
De la debilidad surgida por los rigores del frio invierno, que contrajo a la actividad económica, el crecimiento se aceleró con fuerza a una tasa del 4,6% en el segundo trimestre y mejoró al 5% en el tercero (la mayor en 11 años).
El consumo, que representa tres cuartas partes del crecimiento, creció en el cuatro trimestre a una tasa anualizada del 4,3%, frente al 3,2% del tercero. Es el mayor incremento desde el primer trimestre de 2006, cuando la mayor economía del mundo avanzaba a toda máquina. La gasolína, que se abarató un 43% desde junio, dejó más dinero en el bolsillo para gastar. El mercado laboral, entre tanto, sigue mejorando y se acerca a una situación de pleno empleo.
El fuerte crecimiento del consumo se ha visto amortiguado por la caída del del 1,9% de la inversión en bienes de equipo. Se trata de la mayor disminución registrada desde 2009, cuando Estados Unidos sufría el peor momento de la crisis financiera, y contrasta con el alza del 11% durante el tercer trimestre. El cambio se debe a los problemas para las empresas petroleras surgidos por la caída de los precios del petróleo.
La Balanza Comercial tampoco ha funcionado bien, como consecuencia del aumento de las importaciones fruto del crecimiento de la demanda interna.
La solidez del crecimiento de Estados Unidos (4% de media entre abril y diciembre pasados) contrasta con el estancamiento que atrapa a Europa y Japón.
En todo caso, los tipos de interés seguirán al 0% durante algún tiempo. La Reserva Federal ha advertido que será muy paciente antes de volver a subirlos. Aunque lo previsto es aumentarlos durante junio o julio, no se descarta tampoco que pueda aplazarse a septiembre.
Sin embargo, aunque un dólar fuerte teóricamente lleva a Estados Unidos a ser un lugar seguro para el dinero en un contexto de incertidumbre global, las últimas cifras que maneja Naciones Unidas revelan que China volvió a convertirse en 2014 en el principal destino de la inversión extranjera directa, algo que no sucedía desde 2003.
Las compañías extranjeras destinaron 127.600 millones de dólares a China, frente a 123.900 millones en 2013, de acuerdo con los últimos datos de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo. Sin embargo, las inversiones extranjeras en la economía estadounidense se redujeron en el mismo periodo de 230.800 millones a sólo 86.000 millones. Por eso ha pasado a ocupar la tercera plaza tras Hong Kong. La inversión extranjera está buscando más oportunidades en los países emergentes o en desarrollo.
En todo caso, a lo largo de 2014 se crearon en Estados Unidos unos 2,95 millones de empleos, de los que 252.000 corresponden al mes de diciembre. Se trata de la mayor generación de puestos de trabajo en 15 años (en 1999 hubo 3,1 millones) y el quinto año consecutivo en que Estados Unidos es capaz de crear trabajo neto, los últimos cuatro a un ritmo de más de dos millones de empleos. Este sostenido incremento de la contratación permitió que la tasa de paro cerrara el año en el 5,6%.
En diciembre, el número de personas desempleadas fue de 8,7 millones. A lo largo del año, los parados han descendido un 1,1% (1,7 millones). Entre los principales grupos de población, destaca un paro del 16,8% entre los jóvenes. Los parados de larga duración (al menos seis meses) son 2,8 millones y suponen el 31,9% del total de inactivos. A lo largo del año, el número de parados de larga duración se ha reducido en 1,1 millones. Los servicios, el comercio, la construcción, la salud y la industria fueron los sectores que mejor se comportaron en el último mes del año pasado.
La población activa se ha mantenido a la baja. El número de empleados forzados a trabajar a tiempo parcial se mantiene en 6,9 millones. En diciembre, el número de personas que no buscaban trabajo de forma activa (las últimas cuatro semanas) era de 2,3 millones.
Thomas Pérez, secretario de Trabajo de la Administración Obama, se congratuló por los buenos datos, pero recordó que todavía queda mucho por hacer. "La tarea pendiente es que la prosperidad llegue a todos. Para eso es necesario que haya un incremento de los salarios. Pero vamos en la buena dirección", señaló. El estancamiento salarial es uno de los motivos de desencanto entre la población pese a la buena marcha de la economía. En diciembre, el salario medio por hora trabajada cayó un 0,2%. En noviembre creció un 0,4%.
La economía de Estados Unidos ha sido capaz de crear una media de 250.000 empleos al mes, una situación no vivida en el continente europeo. Se trata de un éxito de la Reserva Federal estadounidense, que entre sus cometidos tiene estimular el mercado laboral. Para ello aplicó un programa de compra masiva de activos financieros y préstamos hipotecarios que se prolongó durante 37 meses y que terminó en octubre de 2014. No obstante, la tasa de paro se recupera a un ritmo más lento.
EUROZONA:
El BCE sorprendió con un quantitative easing (QE) más ambicioso de lo esperado. Draghi inyectará 60.000 millones de euros mensuales —en torno a 45.000 en bonos del Tesoro, y el resto en activos privados, según las estimaciones del mercado— entre marzo de este año y septiembre de 2016, lo que equivale a una inyección de algo más de un billón de euros. Y lo más importante: el QE europeo se mantendrá más allá de esa fecha si los precios continúan dando disgustos y no se acercan al objetivo del BCE, el 2% a medio plazo.
Con la compra de deuda el BCE está asumiendo más riesgos, y ha gastado una de sus últimas balas, pero protege al euro de una explosión a cámara lenta, que podría llegar si se enquistan la deflación, el paro, la mala salud de la banca y los signos de congelación en la economía del continente.
Draghi señaló que comprará en torno a 45.000 millones en bonos, y unos 15.000 millones adicionales en activos privados durante 19 meses, aunque esas cifras son estimaciones. Lo fundamental de la decisión es el ritmo y el tamaño de las compras, además de dejar abierta la posibilidad de prorrogar el programa si fuera necesario.
El programa trata de reactivar a la economía europea por varios frentes: un euro más barato que incremente las exportaciones; que quede algo de dinero por la mejora de las Bolsas en los bolsillos de los inversores; y por último, que al bajar los intereses de la deuda pública se consiga que los Estados tengan un menor coste financiero de la deuda. Pero sobre todo, lo que se busca es mejorar la confianza de los bancos y hacia ellos.
Draghi va a llenar de dinero a las entidades financieras con el deseo de que empiecen a dar créditos de una vez. No hay garantías de que eso ocurra, pero esa es la clave para tener algo parecido a una salida de la crisis. La alternativa era seguir sin hacer nada mientras los precios caen al terreno negativo, acercándose a la deflación: la “bestia de difícil tratamiento”.
Alemania por su parte no ha escondido su escepticismo, pero se ha dado por satisfecha con el acuerdo de compromiso alcanzado. Con la única concesión de la no mutualización de una parte de los riesgos, Draghi dejó además varios recados para la opinión pública y el establisment económico de Alemania. “No vemos burbujas”, apuntó. Y para los que ven riesgos de inflación, dijo que son “los mismos que hace cinco años decían que otros QE iban a generar grandes incrementos de precios”. “¿Hemos visto mucha inflación desde que se activaron los QE hace cinco años? ¿Va a haber incrementos desorbitados esta vez? Por favor, díganme cuándo”, ironizó.
A falta de concreción, el BCE comprará deuda pública en función del peso de cada país en el Eurosistema (España concentra casi el 13%) y en plazos que van de los dos a los 10 años, además de las cédulas hipotecarias y otros covered bonds y activos privados garantizados (los conocidos como ABS). Pero la parte importante del programa será la deuda pública —especialmente a 10 años—, que supondrá en torno al 75% de los 60.000 millones mensuales.
Draghi volvió a reclamar a la Comisión Europea que active cuanto antes su plan de inversiones. Y subrayó que “no hay plan B”: el BCE persigue que con esa gran inyección de liquidez los bancos empiecen a dar crédito y las cosas mejoren.
Para los ortodoxos temerosos de la inflación, señaló que “los riesgos para Europa respecto a los precios siguen siendo a la baja, aunque haya gente que tenga una percepción distinta de la realidad y del sentido de urgencia de las medidas que necesita la eurozona”, cerró el banquero. Si el QE funciona, los bancos prestarán más y se acercará la salida del túnel; si no lo hace pueden pasar dos cosas: que la deflación aparezca por fin, o que con tanto dinero sobre la mesa se desate el fenómeno contrario: una hiperinflación. Draghi no ve esos riesgos por ningún lado. “No estamos para chistes”, acabó señalando.
En una crisis de la gravedad de la actual, se requieren políticos que “den la cara y se hagan cargo de la situación”. Bernanke lo hizo en Estados Unidos, y Draghi con estas medidas se afianza como un “hombre fuerte de Europa”, levantando una pared de dinero a modo de muro de contención entre la eurozona y el abismo que suponen los riesgos de deflación.
Por otro lado, en el lento proceso de arranque de la Unión Bancaria, el BCE emitió un comunicado dirigido a todas las entidades financieras recomendándoles que mantengan una política de distribución de dividendos “conservadora y prudente”. La institución advierte, además, de que podrá “adoptar decisiones individuales” para las entidades cuyas políticas de dividendo no sigan sus recomendaciones.
La institución adelantó a las entidades financieras que en los próximos meses examinará sus políticas de retribución variable: bonus, extras, dietas y otros incentivos salariales que elevan de forma vertiginosa la retribución de los directivos y consejos de administración. En su libreta de anotaciones el BCE tiene registrados capítulos vergonzosos en los que ejecutivos de un banco se subían los sueldos mientras las cuentas de la entidad entraban en barrena. Algunas de estas escenas se vivieron en España y actualmente se están depurando en los tribunales de justicia. El BCE justifica estas recomendaciones por “una situación macroeconómica y financiera difícil que genera presiones sobre la rentabilidad de las entidades de crédito y su capacidad para fortalecer su capital”.
Por lo que respecta a Italia,  algunos de sus problemas económicos se asemejan a los de la economía española: el envejecimiento de la población y la elevada tasa de paro juvenil. Pero hay importantes diferencias, Italia está agobiada por una tasa de crecimiento (prevista en el 0,5% del PIB para 2015) que apenas se diferencia del estancamiento; la deuda pública es más elevada que la española (135% del PIB), pero todavía se observa que una parte de esa deuda está en manos italianas; y, sobre todo, en la península italiana brillan por su ausencia lo que la política económica ortodoxa entiende por reformas (deprimir las rentas y reducir el gasto público).
Al igual que España, la economía italiana requiere mejorar su productividad por medio de la inversión en capital tecnológico. Uno de los daños principales causados por tantos años de estancamiento o bajo crecimiento es la desitalianización de alguna de sus grandes multinacionales (caso de Fiat). La fortaleza de su economía se encuentra en el diseño, y en que, a pesar de la crisis, sigue siendo una sociedad relativamente rica.
El auténtico reformismo que precisa la economía italiana es modernizar su sistema fiscal, cambiar su estructura administrativa, reordenar el gasto para que la educación o la sanidad pública reciban lo que necesitan y racionalizar (no recortar) la protección social. Reformas, desde luego, no impulsadas por Alemania y también extensibles a España.
Por otro lado, tras el triunfo en Grecia del partido de Tsipras, el fin de la troika gana apoyos a toda velocidad en las grandes capitales de Europa. Ninguna de las instituciones que la integran: Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional, ha salido a defenderla con el más mínimo interés después de los planes de la Comisión para disolverla.
Una vez que Atenas ha decidido no reconocerla como interlocutor válido, el Ejecutivo italiano consideró asimismo “una buena noticia” los planes del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, acerca de romper la troika.
Parece como si Francia e Italia se hubieran convertido en aliados de Grecia en la negociación que acaba de empezar, y no solo en lo relativo a la propuesta de la Comisión de desmantelar la troika. No obstante, Berlín se ha opuesto en público a esa posibilidad.
Muchos economistas dudan de que Grecia pueda devolver el dinero del rescate, pero el Banco Central Europeo ha entrado en la negociación entre Atenas y los socios europeos con una medida de enorme impacto, ya que anunció que cortará el grifo de liquidez de la banca griega a partir del miércoles día 11 de febrero, ante las serias dificultades para cerrar con éxito el rescate actual y de acordar una extensión o un nuevo programa de ayuda.
Sin embargo, el BCE permitirá a la banca griega una última válvula de escape: las líneas de financiación de emergencia para evitar el desastre. Esas líneas (conocidas como ELA) son más restrictivas y más caras que la ventanilla del BCE: la medida encarece de un plumazo los costes de financiación de las entidades helenas, y con ellas las del Estado griego. Ni siquiera es descartable que intensifique la huida de capitales, según los analistas. En una jugada política de primera magnitud, Draghi obliga así al Gobierno de Alexis Tsipras a negociar contra reloj.
Ninguno de los países rescatados ha pedido nunca ayuda a los socios del euro con agrado: el BCE dio siempre el último empujón a las negociaciones, con fuertes presiones sobre los bancos y los Estados en Irlanda, en Portugal, en España y en la misma Grecia. Esa vieja historia vuelve a repetirse. El BCE aceptaba que los bancos colocaran como aval la deuda de Grecia a pesar de que su calificación está por los suelos, con la excusa de que Atenas estaba protegida bajo el paraguas de un programa. Eso ha cambiado. El Gobierno de Syriza se niega a pedir una extensión del rescate, y ha puesto en peligro el cierre del segundo programa de ayuda al rehusar las condiciones de los acreedores, que quieren más recortes.
Atenas confiaba en que el BCE permitiera a los bancos griegos seguir con el status quo, tras una reunión entre su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y la dirección del Eurobanco. Todo esto se ha ido a pique: según un comunicado del propio BCE “al no ser posible concluir que el programa se cerrará de manera satisfactoria” no se fía y ha cerrado las vías de liquidez.
La banca helena queda a merced del Banco Nacional de Grecia. “Pero es muy posible que los mercados precipiten toda la negociación y que impidan al Gobierno griego seguir con sus propuestas”, según han señalado algunas fuentes del propio FMI.
ESPAÑA:
El año pasado ha sido el primer año, desde que arrancó la crisis, en el que la actividad económica creció de forma significativa. El avance de la Contabilidad Nacional, difundido por el Instituto Nacional de Estadística (INE), refleja que en el último tramo de 2014 ese crecimiento se aceleró, de modo que el Producto Interior Bruto (PIB) aumentó un 0,7% en tasa trimestral. Se trata del mayor aumento habido desde finales del año 2007.
Otros indicadores estadísticos parciales: comercio, facturación de grandes empresas y venta de vehículos, también señalan una mejoría de la demanda privada.
En comparación anual, el PIB español creció en el cuarto trimestre a un ritmo del 2%, lo que, de confirmarse, colocaría el avance promedio del año en el 1,4%, una décima por encima de lo estimado oficialmente por el Gobierno, aunque el presidente Rajoy haya afirmado que el dato final sería este.
La economía española encadena año y medio con tasas trimestrales positivas, y deja atrás así la recesión en la que estuvo inmersa de forma casi ininterrumpida entre mediados de 2008 y mediados de 2013, la etapa crítica de la peor crisis en medio siglo, en la que se perdieron más de tres millones de empleos.
Sin embargo Enero ha sido, lo es normalmente, malo para el empleo. La afiliación ha caído en casi 200.000 cotizantes en un mes, situándose en 16.575.312 personas. El paro registrado ha subido en 77.980 personas, hasta situarse en 4.525.291 desempleados, según los propios datos divulgados  por el Ministerio de Empleo.
Estas malas cifras de deben, fundamentalmente, al final de la campaña navideña. La mayoría de los contratos temporales que se firman en diciembre en el comercio y la hostelería para atender la punta de trabajo no son renovados al finalizar la campaña.
Por otro lado, ha aumentado la inestabilidad en el empleo incluso para aquellos que acaban de firmar un contrato indefinido, ya que la rotación en los puestos de trabajo fijos recién creados crece de forma significativa desde 2012. En 2014 para que se creara un nuevo puesto de trabajo fijo hizo falta que se firmaran 1,42 contratos indefinidos, bastantes más que tres años antes, en 2011 cuando eran necesarios 1,15 o incluso en 2006, en los años finales de la burbuja (1,23), según un estudio del gabinete económico del sindicato Comisiones Obreras, que toma el dato de los contratos indefinidos que se firman cada año y el número de empleos asalariados fijos creados en el mismo ejercicio.
Otro motivo se encuentra en la devaluación salarial, algo que han notado mucho más quienes perdían su empleo y encontraban uno nuevo. Según los cálculos de Fedea, la reducción entre 2008 y 2013 fue de un 13% para las mujeres y de un 17% para los hombres. Esto ha contribuido a reducir los costes de despido, ya que disminuye la base sobre la que se calcula la indemnización.
Teóricamente, al abaratarse las indemnizaciones por despido de los empleados fijos, y conforme se acercasen al coste de la rescisión del contrato a la de los temporales, los empresarios perderían el miedo a contraer compromisos laborales estables.
No se ha cumplido esa teoría: el número de contratos indefinidos que se firma cada mes sigue siendo muy bajo. En 2014, cuando comenzó la recuperación laboral apenas el 8% de los 16,7 millones de todos los contratos firmados eran fijos, un porcentaje apenas ligeramente mejor que los de 2011, 2012 y 2013, años de apogeo de la recesión económica.
En otro orden, ni el saneamiento bancario acometido a lo largo de toda la crisis, ni la reestructuración del sector, ni el dinero barato y abundante que facilita el Banco Central Europeo han permitido por ahora que el crédito se recupere en España. Los datos de cierre de 2014 muestran que el crédito a familias y empresas cerró el año con un descenso considerable.
El Banco de España ha publicado datos que reflejan que la financiación total a sociedades no financieras residentes en España cayó en 2014 un 3,4%, hasta 959.358 millones de euros. Dentro de esa financiación creció algo la emisión de valores y aumentaron con fuerza los préstamos del exterior, pero lo que más cayeron fueron los créditos de los bancos.
En cuanto a las familias, el descenso del saldo de crédito es del 4,7%, hasta 745.793 millones, según las cifras facilitadas, ha caído tanto el saldo de crédito destinado a la adquisición de vivienda (un 4,3%, hasta 584.796 millones) como el dirigido a otros fines (un 6,5%, hasta 160.997 millones).
Por lo que respecta a los precios, las tesis optimistas defienden que para que la caída de precios cause efectos dañinos tiene que ser prolongada (por ahora se ha registrado sólo un año deflacionista, 2014, con un descenso interanual de los precios del 1%) y ha de afectar a la mayoría de bienes, cuando el análisis de precios mostraría que en 2014 ha afectado sólo a unos pocos bienes y servicios. Pero el caso es que las proyecciones conocidas de precios para 2015 dan como probable que este año continúe, e incluso se agrave, la tensión bajista de los precios; y el escaneo más reciente de los mercados demuestra que la baja de precios se extiende a un número creciente de ellos. Por otra parte, la inflación subyacente (la que mide la tendencia de los precios) demuestra que los carburantes no son el único factor deflacionista; la inflación subyacente (cero el año pasado) sugiere que hay una causa estructural de la deflación, que es la depresión de las rentas y la propia debilidad de la demanda.
Quizá sea muy aventurado considerar el IPC de 2014 como un episodio circunstancial, inocuo para el crecimiento español y que puede corregirse simplemente con dejar que las cosas sigan su curso.
Sin embargo, para algunos no se observa el supuesto efecto de retraimiento de la demanda como consecuencia de la deflación, ya que el resultado de diciembre de las ventas minoristas, excluyendo las estaciones de servicio, refleja un crecimiento en el último trimestre con respecto al trimestre anterior a un ritmo anualizado de alrededor del 3 %.
Aunque se ha observado un cambio significativo en la composición de dicho resultado: las ventas minoristas de alimentación descendieron, mientras que las de no alimentación se aceleraron de forma notable hasta un ritmo intertrimestral anualizado del 6,6%, que no se veía desde principios de 2007.
Por esa razón, los optimistas frente a la deflación, señalan que por el contrario, la caída de los precios ha estimulado al consumo, ya que ha elevado el poder adquisitivo. Señalan, incluso, que el repunte habido en bienes no alimenticios del último trimestre está reflejando la ganancia de renta real derivada de la caída del precio de los combustibles.
MERCADOS:
Los mercados financieros se mueven a veces por directrices tan alejadas de la lógica económica que pueden llevar al absurdo de que los inversores no solo no obtengan beneficios por prestar dinero, es decir, por comprar bonos o letras, sino que incluso lleguen a perder una parte por ello y, aun así, sigan colocando más dinero en esos titulos. Esto es lo que está ocurriendo, el apetito la deuda soberana es tan fuerte, el volumen de dinero en circulación es tan grande, que ya hay una decena de países europeos cuyos bonos a dos años se intercambian en el mercado con intereses negativos.
Alemania, Francia, Holanda, Finlandia, Austria, Bélgica y Eslovaquia son los siete países de la zona euro que ganan dinero por tomarlo prestado a dos años y, fuera de la moneda única, Suiza, Suecia y Dinamarca. La horquilla va del -1,03% de los bonos suizos, los menos rentables, hasta los suecos, cercanos a 0 (-0,017%). El fenómeno alcanza también a la deuda a cinco años en el caso de los bonos daneses, alemanes, finlandeses y, sobre todo, los suizos. Suiza, de hecho, es el único país europeo que logra intereses negativos incluso a 10 años. Su banco central ha suprimido el límite con el que intentaba evitar la apreciación excesiva del franco frente al euro. Dinamarca ha respondido bajando los tipos de interés sobre los depósitos del -0,05% al -0,20%.
En cuanto a España, la rentabilidad que los inversores exigen por comprar sus títulos se halla igualmente en mínimos históricos, hasta el punto de que también ha logrado intereses negativos en el corto plazo: las letras que vencen en marzo se han vendido con una rentabilidad del -0,014%. Y la racha sigue: el Tesoro colocó este martes 9.000 millones de euros mediante una emisión sindicada de una nueva referencia a 10 años a un cupón del 1,60%, el más bajo de la historia con este sistema y este plazo. La demanda duplicó la oferta al rozar los 23.000 millones. La rentabilidad se ha situado en el 1,656%, cuando en la última operación del mismo tipo fue 1,14 puntos porcentuales superior.
Un inversor está dispuesto a perder dinero en títulos de deuda cuando busca una inversión sin riesgo y, dentro de todas las posibilidades, prefiere un producto cuya rentabilidad, al menos, aunque negativa, no variará.
Por lo que respecta al Euríbor -índice al que están referenciadas la mayoría de las hipotecas españolas- ha cerrado el mes de enero en el 0,298%, un 0,264 puntos menos que hace un año, lo que abaratará las hipotecas a las que les toque revisión en unos 177,7 euros al año.
 El índice comenzó enero en el 0,323% en tasa diaria, una cifra que se ha ido reduciendo conforme ha avanzado el mes, hasta el 0,270% que ha marcado a finales del pasado mes, con lo que el dato mensual se sitúa en el 0,298%.
De esta forma, una hipoteca tipo de 120.000 euros con un plazo de amortización de 25 años obtendría una rebaja de 14,8 euros mensuales, esto es unos 177,7 euros al año.
En relación al mercado de la vivienda, señalar que las ventas han subido en el 2014, por primera vez en cuatro años, un 14% en el mes de noviembre con respecto a un año antes.
EMPRESAS:
El Corte Inglés ha cerrado una emisión privada de bonos de 500 millones de euros, destinados a reducir su deuda bancaria. Los títulos son a siete años, devengarán un cupón anual del 3,875 % con la garantía de El Corte Inglés y cotizarán en Irlanda. La emisión, dirigida a inversores cualificados, se ha colocado principalmente entre extranjeros y se enmarca en la estrategia del grupo para diversificar las fuentes de financiación. Permitirá reducir el coste y alargar la vida media de la deuda de la empresa.
Es la primera vez que El Corte Inglés hace una emisión de bonos sénior (aquellos que están garantizados por la propia empresa). A finales del 2013, la sociedad acudió a los mercados a buscar financiación con una emisión de bonos de 600 millones de euros, pero se trataba de una titulización de los derechos de cobro de sus tarjetas y préstamos al consumo dados por su financiera. También en el 2013 cerró una reestructuración de su deuda con la firma de un préstamo sindicado de 4.909 millones con 27 entidades a cinco años.

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