viernes, 14 de diciembre de 2018

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A DICIEMBRE 2018: desaceleración mundial y aterrizaje.


Casi todos los centros de análisis económico esperan un aterrizaje suave de la economía mundial. Ahora bien, las tensiones comerciales internacionales, las sorprendentes por inesperadas circunstancias políticas, y los acelerados cambios y riesgos que existen a nivel europeo y mundial, podrían agravar la desaceleración.  

GLOBAL:

La marcha de la economía mundial muestra el haber alcanzado el auge de su expansión, pero la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) lleva tiempo alertando sobre un posible aterrizaje más turbulento de los esperado: los renovados bríos proteccionistas y las tensiones o enfrentamientos comerciales internacionales, han comenzado a afectar negativamente al crecimiento económico.
Otro riesgo que está apareciendo en el horizonte, afortunadamente aún no materializado, es de la inflación debida al aumento habido de los precios de los crudos petrolíferos.
La OCDE, en su último informe de perspectivas de crecimiento, alerta respecto a que "aunque las condiciones del mercado laboral siguen mejorando, con tasas de desempleo en sus niveles más bajos desde 1980, el crecimiento de la inversión y del comercio han sido más suaves de lo anticipado; las condiciones del mercado financiero se han endurecido; y la confianza se sigue atenuando".
En esas circunstancias, la organización espera que tenga lugar un leve descenso de la economía global, tras haber alcanzado, en el año que acaba, su punto máximo, con un crecimiento del 3,7%. En 2019 y 2020 se reducirá el crecimiento del PIB mundial.

BRASIL:

El Ejecutivo de Brasil ha reducido la previsión de crecimiento de su PIB al 1,4 % para este 2018 (su anterior estimación fue del 1,6 %).  
A comienzos de este año, se esperaba un aumento del 3%, pero ha tenido lugar una continúa bajada de las previsiones, señalando que, vienen motivadas por la huelga de los camioneros de mayo, los problemas en Argentina y las guerras comerciales a nivel global.
Muy negativo es el cambio de pronostico respecto a la inflación esperada a un 4,3 % de aumento en el nivel general de precios en este año que acaba. Si bien, la estimación aún está por debajo del rango objetivo del Banco Central de Brasil de 4,5 % (+/- 1,5 %).
Las perspectivas son de una mayor recuperación durante el próximo ejercicio, aunque sigue habiendo una gran incertidumbre sobre cómo la nueva administración del presidente electo Jair Bolsonaro, que asumirá el cargo el 1 de enero, incidirá en la actividad económica.

ESTADOS UNIDOS:

Frente al aumento de las críticas del presidente Trump, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounidense, en su intervención ante el Economic Club de Nueva York, declaró que sigue defendiendo el proceso de normalización de la política monetaria seguido hasta ahora por Banco Central de Estados Unidos.
Frente a las críticas del presidente republicano, el presidente de la autoridad monetaria ha utilizado un discurso muy moderado, tratando de atajar la posible incertidumbre en Wall Street, al señalar que las tasas de interés se encuentran “justo por debajo” de lo que se considera una posición neutral para la economía.
Powell ha señalado que la economía estadounidense está avanzando a un ritmo anual del 3%, y que su tasa de desempleo está situada en el 3,7% (prácticamente pleno empleo).
Recalcó que los tipos de interés “siguen estando bajos” cuando se toma como referencia la tendencia histórica, e insistió que la estrategia que está manteniendo la Fed es la de equilibrar los riesgos. Por este motivo, volvió a repetir que no hay un curso preestablecido y que las decisiones se guiarán por los datos.
Para la Reserva Federal, el encarecimiento del precio del dinero tiene como objetivo evitar que se recaliente la economía por un exceso de estímulos.
Powell comenzó su mandato durante el mes de febrero pasado en febrero. Desde entonces, se han llevado a cabo tres aumentos de los tipos. La próxima reunión será el 18 y 19 de diciembre, y las tasas de interés, desde el pasado septiembre, están entre una banda del 2% al 2,25%.
Además, se espera una moderación del crecimiento estadounidense, una vez que se agoten los efectos de los estímulos fiscales de Trump. También constituyen un freno económico, la desaceleración global, las tensiones geopolíticas y la batalla arancelaria.
También ha señalado Powell como otro elemento de riesgo, la subida de la deuda o endeudamiento empresarial.
Las encuestas señalan como posibles tres nuevos aumentos de los tipos de interés durante el próximo 2019. Sin embargo, en Wall Street se esperan como mucho dos subidas de las tasas.
En otro orden, en la clausura del G20 en Buenos Aires, los presidentes de Estados Unidos y de China, acordaron concederse 90 días para intentar negociar una solución a la guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas mundiales. Pero más allá de seguir negociando, no lograron avances de calado. Los desacuerdos fundamentales que han motivado la guerra comercial siguen encima de la mesa.
Mediante este pacto, Estados Unidos aplaza dos meses la subida de aranceles por 200.000 millones de dólares (unos 176.600 millones de euros) en productos chinos con la que Trump había amenazado para el próximo 1 de enero. China, por su parte, ha accedido a comprar una “cantidad sustancial” aún no concretada de productos estadounidenses, especialmente en sectores como el agrícola, el energético y el industrial, según un comunicado de la Casa Blanca. En el caso de los productos agroalimentarios, las compras se producirán de inmediato.
Igualmente, se ha acordado que comiencen de inmediato las conversaciones en torno a cinco áreas en las que Estados Unidos exige reformas a China: la transferencia forzosa de tecnología, la protección de la propiedad intelectual, las barreras no arancelarias, la piratería y las incursiones informáticas, los servicios y la agricultura.
De esta forma, ambos países han ganado tiempo: Trump, obsesionado con los mercados bursátiles, evita el efecto de un anuncio de aranceles después de las caídas de octubre y noviembre. Y las compañías estadounidenses ganan tiempo para ajustar sus cadenas de suministros. Pekín, por su parte, ve alejarse la amenaza de nuevos gravámenes a sus productos hasta después de la pausa del Año Nuevo chino (en febrero).
En todo caso, las conversaciones van a ser muy complicadas: como ha dicho el economista Roubini, “será muy difícil conseguir un acuerdo en 90 días dado, lo alejadas que se encuentran ambas partes”. Salvo que Trump ceda en la escalada de tensión por la desaceleración de la economía y la corrección de los mercados, ya que una guerra comercial no conviene a nadie.
Evidentemente, no se han resuelto los problemas, pero se ha conseguido un nuevo marco para continuar las conversaciones futuras.
Con todo, la tregua representa un alivio temporal para los mercados y Ejecutivos mundiales. Las tensiones entre China y Estados Unidos habían sido uno de los asuntos dominantes en la reunión del G20. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, había pedido una tregua en un comunicado al término de la cumbre: “las presiones sobre los mercados emergentes han crecido y las tensiones comerciales han comenzado a tener un impacto negativo mundial”.

EUROZONA:

Según el informe anteriormente citado de la OCDE, la eurozona acabará este año 2018 con un crecimiento del 1,9%, que bajará al 1,8% en el próximo ejercicio, llegando a caer hasta el 1,6% en 2020.
Señala que “una política monetaria acomodaticia, una política fiscal suavemente expansionista en 2019, un crecimiento sólido del empleo y condiciones de financiación favorables, proporcionan apoyo a la demanda doméstica, pero están apareciendo vientos de frente por una demanda externa más débil y una mayor incertidumbre política existente".
Se insta a Europa para que “complete" su unión monetaria, sobre todo ante el "frágil ambiente" imperante. "Es urgente que Europa complete su unión bancaria. Y avances hacia el establecimiento de una capacidad fiscal común ayudarían a mantener la confianza en la capacidad de la zona euro de reaccionar ante shocks y mantener el crecimiento".
Con respecto al Brexit, señala la OCDE que "es imperativo que la Unión Europea y el Reino Unido logren un acuerdo que mantenga la relación más estrecha posible entre las partes".
En relación a los precios, según los datos publicados por Eurostat, la tasa interanual de inflación de la eurozona se situó en octubre en el 2,2%, una décima por encima de la subida registrada el mes anterior, lo que representa el mayor incremento de los precios desde diciembre de 2012. Mientras que en el caso de la Unión Europea (UE) la tasa de inflación se situó también en el 2,2%, frente al 2,1% del mes anterior.
Entre los componentes del índice, el precio de la energía registró una subida interanual del 10,7%, frente al incremento del 9,5% de septiembre, mientras el precio de los alimentos frescos subió un 2,1%, por debajo del alza del 3,2% del mes anterior. En el caso de los servicios, estos se encarecieron un 1,5% en octubre, dos décimas más que en septiembre.
De este modo, sin tener en cuenta el impacto de los precios de la energía, la tasa de inflación de la zona euro se situó en octubre en el 1,3%, la misma subida registrada en septiembre, mientras que, al excluir también la evolución de los precios de los alimentos frescos, la tasa de inflación interanual fue del 1,2%, una décima por encima de la lectura de septiembre.
Al dejar fuera del cálculo el efecto de la subida del precio de la energía, así como la de los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, la tasa de inflación subyacente se situó en el 1,1%, frente al 0,9% del mes anterior.
Entre los países de la UE, las menores subidas de precios se observaron en Dinamarca (0,7%), Portugal (0,8%) e Irlanda (1,1%), mientras que las mayores tasas de inflación correspondieron a Estonia (4,5%), Rumanía (4,2%) y Hungría (3,9%).
Por otro lado, en relación al Reino Unido, en un informe del propio Banco de Inglaterra, se asegura que una salida desordenada de la Unión Europea, si los diputados rechazaran el acuerdo cerrado con Bruselas, podría causar un daño económico superior al de la reciente crisis financiera, con una reducción del PIB de hasta el 8%. Los precios de la vivienda, según el documento de esta institución, podrían bajar hasta un 30% y la inflación dispararse al 6,5%. En la recesión de 2008, la economía de Reino Unido se desplomó un 6,5%.
La economía del Reino Unido crecerá menos después del Brexit.  Según el citado informe, incluso si el acuerdo alcanzado por May con la UE saliera adelante, el PIB se reduciría en un 3,9% en los próximos 15 años.
Ahora bien, en el marco de un Brexit duro (sin acuerdo con la UE), la economía de Reino Unido vería reducido, en los próximos 15 años, su PIB hasta 10 puntos (es decir, unos 170.000 millones de euros).
Es más, se dice que incluso, aunque se alcanzase un Acuerdo Comercial similar al que existe entre la UE, Canadá y Noruega, que permitiera a Reino Unido permanecer en el Área Económica Europea, se reduciría en un 1,4% el PIB del Reino Unido. Desde luego las ventajas del abandono del Reino Unido, no parece que vayan a ser económicas.
Por lo que respecta a Alemania, por primera vez en tres años, se contrae su economía. El producto interior bruto (PIB) de la mayor economía de Europa cayó en el tercer trimestre de este 2018 un 0,2%, frente a la subida del 0,5% registrada en el trimestre anterior.
Según la Oficina Federal de Estadísticas, la caída se debió al debilitamiento de las exportaciones y al descenso del gasto de los consumidores.  El frenazo, claramente, está relacionado con el contexto de guerra comercial desatada por el presidente de  los Estados Unidos.
Ha explicado la Oficina de estadísticas citada, que "el ligero descenso trimestral del PIB se debió principalmente a la evolución del comercio exterior, después de que las exportaciones bajaran en el tercer trimestre y aumentaran las importaciones respecto a los tres meses precedentes”.
En cuanto a la demanda doméstica alemana, ha habido señales contrapuestas: en la construcción fue superior a la del trimestre anterior, mientras que el gasto de los hogares disminuyó. Respecto al gasto final en consumo del Gobierno (Gasto Corriente) fue ligeramente superior al observado en los tres meses anteriores.
La Oficina de Estadísticas germana no menciona un problema que está afectando a la poderosa industria automotriz alemana y que ha influido en la caída del PIB: varios economistas han señalado que la debilidad de la economía alemana está relacionada con la abreviatura WLTP, la nueva norma mundial de pruebas de gases de escape de automóviles, que entró en vigor el 1 de septiembre pasado.
Los principales fabricantes alemanes no fueron capaces de obtener la certificación para sus modelos en la fecha límite, un problema que afectó directamente su producción a partir de agosto. Volkswagen, por ejemplo, redujo la entrega de sus coches en Europa en un 7,1% en octubre. La certificación afectó drásticamente a Audi, cuyas ventas en Europa bajaron un 53% en octubre.
“Los fabricantes alemanes no han pasado el nuevo procedimiento de prueba a tiempo para todos los tipos de vehículos y, por lo tanto, han tenido que reducir la producción en el tercer trimestre”.
Durante los meses de julio a septiembre, se ha ralentizado la industria germana del automóvil. "La economía alemana se contrajo en el tercer trimestre porque la industria automotriz tuvo problemas con la introducción de nuevas pruebas de emisiones. Pero incluso sin este efecto, el PIB alemán apenas habría crecido debido a la disminución de la demanda de China. Debido a la lenta certificación de los tipos de automóviles, la producción alemana ha tenido que recortarse notablemente, con daños colaterales para otras industrias”.
Sin embargo, frente al miedo a una nueva recesión económica, la mayoría de analistas esperan que, en el cuarto trimestre, la economía alemana haya vuelto a crecer porque es probable que los fabricantes de automóviles vuelvan a aumentar gradualmente la producción.
Por otro lado, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha declarado de nuevo que la institución mantiene su decisión de poner fin a su programa de compra de activos al término de este mes de diciembre, de modo que las adquisiciones cesarán en enero. Todo ello, pese a los datos económicos más débiles que hemos comentado.
No obstante, Draghi ha señalado que "se mantendrá un nivel significativo de estímulos monetarios". Aunque la inflación nominal aumentó en octubre una décima, hasta el 2,2%, la inflación subyacente (excluye los precios de energía y alimentos frescos) se mantiene "débil. Si bien, hay buenas razones para confiar en que la inflación subyacente aumentará gradualmente en adelante apoyada en la fortaleza de la demanda interna y el aumento de los salarios”.
Así, el BCE confía en que la inflación convergerá hacia el objetivo de la institución de situarla en cotas cercanas pero inferiores al 2%, y "se mantendrá aun después del fin gradual" del programa de compra de activos.
El BCE redujo en octubre sus compras de Bonos a 15.000 millones de euros mensuales.
Como se evidencia, Draghi ha manifestado considerar que frente a las "incertidumbres actuales debemos ser pacientes, prudentes y persistentes a la hora de calibrar la política monetaria”.
El Banco Central Europeo está prestando a los bancos semanalmente a un interés del 0%, y les cobra un 0,4% por el exceso de reservas o encaje bancario (depósitos que estos mantienen en el BCE).
No obstante, también ha recordado Draghi, que el PIB de la eurozona ha crecido un 0,2% en el tercer trimestre de este año, frente al 0,4% registrado en los dos previos.
En relación a las reformas precisas para afianzar el Euro, a punto han estado los Ministros de Finanzas de no alcanzar acuerdo alguno: después de 18 horas, consiguieron un acuerdo mínimo respecto al “respaldo fiscal para las quiebras bancarias y una reforma del fondo de rescate (Mede)”. A partir de ahí, consiguieron ponerse de acuerdo sobre un desacuerdo: trabajarán en un presupuesto de la zona euro, pero sin la perspectiva de que este actúe como estabilizador de las economías ante recesiones.
Tras diversas escaramuzas, la discusión central llegó cuando se abordó el Presupuesto de la zona euro. Ahí afloró de nuevo la línea norte-sur. Los ministros tenían en sus manos dos documentos: el de la Comisión Europea y el elaborado por Francia y Alemania. El último, centrado en las inversiones y anclado en el Presupuesto de la UE, perseguía tres objetivos: la convergencia y la competitividad, pero también la estabilización de los países de la moneda única en tiempos de crisis.
El ministro holandés, rechazó cualquier mecanismo que contuviera la palabra “estabilización”. Esa misma línea roja, pero en sentido contrario, era la que se había marcado Francia: ese vocablo debía aparecer. Y ahí se ancló la discusión: el debate va sobre la ortodoxa estricta disciplina de fiscal, y su relajación en los casos necesarios de depresión y estancamiento económico.
Se argumentó a Holanda que estaba impidiendo el avance del proyecto europeo.
Tras varios amagos del francés de dejar la reunión, ninguna de las partes se movía, finalmente, casi por agotamiento, se llegó a un redactado asumible por ambos: se ataron las reformas sobre la Unión Bancaria y se descafeinó el proyecto de la zona euro en la declaración final. La palabra en cuestión aparecía, pero en el párrafo sobre el desacuerdo.
En el documento, los países se encomiendan la tarea de trabajar en “el diseño, la implementación y el calendario” de un instrumento para “la convergencia y la competitividad” de sus países. Y a continuación detalla que en la reunión se abordó la función de “estabilización” de ese instrumento e incluso el seguro de desempleo, pero sin llegar a una “opinión común al respecto”. “Las discusiones técnicas continúan”.
Por lo tanto, se salió de la reunión con la misma discrepancia, ya que hay un grupo de países que no está de acuerdo con la función de estabilización económica de los presupuestos”. Los amantes de la Teoría Macroeconómica apreciaran que sigue en vigor la vieja discusión clásica – keynesiana.
Finalmente, para el necesario Fondo de Garantías de Depósitos, no se hizo absolutamente nada.

ESPAÑA:

Nuestra economía tampoco se libra de esta bajada de las previsiones económicas: el informe citado de la OCDE pronostica ahora que la economía española crecerá este 2018 el 2,6% (hace seis meses preveía el 2,8%). También se revisan a la baja las previsiones para el 2019 (un 2,2%) y para 2020 (un 1,9%). Sin embargo, a pesar de este menor crecimiento, la tasa de paro, aunque se mantendrá elevada, continuará disminuyendo (al 15,3% este año y al 13,8% en 2019).
Sin duda, está teniendo lugar el agotamiento de “los vientos de cola” que venían propulsando a nuestra economía: El fuerte repunte de los precios del petróleo (de 25 dólares el Barril de Brent, hasta los 85 dólares), el estancamiento de los salarios, que además deriva en una tasa de ahorro bajo mínimos, propicia una renta personal disponible más baja. Todo ello, ocasiona que se contenga el consumo familiar.
Tampoco las previsiones de la Comisión Europea, siguiendo la desaceleración de la región, mantiene las previsiones iniciales de crecimiento para España: según las previsiones de otoño la economía española crecerá el 2,6% este año y el 2,2% el que viene a causa sobre todo de la desaceleración del consumo privado.
Bruselas tampoco cree que el Gobierno Sánchez vaya a cumplir con el objetivo de déficit del 1,8% del Producto Interior Bruto (PIB) al considerar que los ingresos previstos en el borrador de Presupuestos están hinchados, lo cual implica que los ajustes sean prácticamente nulos. Según el informe, España cerrará el ejercicio que viene con un desfase presupuestario del 2,1%.
Tras cinco años consecutivos de crecimiento, el informe que la Comisión Europea ha presentado aprecia ya “signos de una leve desaceleración”, en especial por la pérdida de fuelle de las exportaciones. En línea con lo que ocurre en el conjunto de la zona euro, Bruselas prevé que España crezca este año dos décimas menos que en su último informe de perspectivas. Esa dinámica, además, se irá confirmando en los dos próximos ejercicios. "La economía europea aguanta bien, con un crecimiento que se va a reducir respecto al año pasado, pero todavía con una disminución del desempleo, de la deuda y del déficit público".  
La subida de los precios del petróleo y la desaceleración del consumo privado son las razones que explican la ralentización, pero esto no llevará a España a la cola de la zona euro, ya que aún continuaremos creciendo más que el resto de economías de la zona euro (en conjunto crecerán el 2,1% en 2018 y el 1,9% en 2019, y no hay visos de que lo haga por debajo del 2%, al menos, hasta 2020).
La Comisión Europea ha señalado que se seguirán creando puestos de trabajo de forma “robusta” y los salarios crecerán “aceleradamente”, sobre todo debido al caso de que llegue a materializarse la subida del salario mínimo que repercutirá positivamente en el consumo y aumentará el ahorro. Sin embargo, la Comisión valora con precaución ese incremento de más del 20% en un año: si bien estima que la masa salarial crecerá alrededor del 0,35%, también opina que supondrá que dejen de crearse alrededor de 70.000 empleos en dos años, según han explicado dichas fuentes comunitarias.
Sobre 2018, Bruselas sí cree que España va a cerrar este año con el déficit que ya contempla la ministra de Economía, Nadia Calviño, del 2,7% del PIB. Supone más, de lo que deseaba la Comisión Europea (lanza cierto dardo al Gobierno de Mariano Rajoy), ya que considera que supone una lenta reducción, en buena medida debido a las medidas de gasto que adoptó el anterior Ejecutivo en cuanto a pensiones y salarios de funcionarios para este mismo año. Y la Comisión Europea opina también que el Ejecutivo de Pedro Sánchez corre ese mismo riesgo.
La principal discrepancia, en todo caso, está vinculada con la cifra de déficit que maneja para el ejercicio 2019, donde el Gobierno Sánchez prevé terminar con el 1,8% frente al 2,1% que estima Bruselas.
En relación al mercado de trabajo, según las estadísticas del Paro Registrado, tras un muy buen mes de octubre, en que se batió un récord en el alza de empleo, se ha vuelto a frenar durante el mes de noviembre.
La afiliación media a la Seguridad Social cayó en 47.449 cotizantes, un 0,25% menos, según el Ministerio de Trabajo. La cifra total queda así en 18,94 millones de afiliados. 
El paro registrado, aunque poco, algo disminuyó: el número de inscritos en las oficinas públicas de empleo se redujo 1.836 personas, hasta quedar en 3,25 millones. Es el primer noviembre en que baja el paro desde el año 2015.
El mercado de trabajo, realmente, está sufriendo raros altibajos: durante el pasado mes de octubre se creó más empleo que nunca en ese mes. Noviembre, en cambio, ha dado un disgusto mayor del previsto. Esos casi 47.500 afiliados menos son el peor dato desde 2013.
Detrás de estos vaivenes, se encuentra un sector con un comportamiento muy estacional como la agricultura que el mes pasado destruyó casi 10.000 empleos y el anterior había ganado más de 30.000.
Aunque a los malos datos del mes pasado, contribuyó sobre todo la finalización de los contratos en la hostelería. El final definitivo de la campaña veraniega ha supuesto la caída de más de 110.000 afiliados en esta rama de actividad. Y eso no ha sido compensado por otras como la educación o el comercio, que ganaron menos empleo entre ambas.
Como ya ocurrió en octubre, el desempleo y la afiliación no tuvieron un comportamiento acompasado, es decir, bajó el número de ocupados y, en cambio, descendió también el de parados. Esto se explica por varios motivos, uno de ellos es la mayor caída de la población activa (aquellos que se ofrecen en el mercado de trabajo, suma de los parados y los ocupados, o personas en edad y disposición de trabajar o con trabajo). Si este grupo baja bastante, puede darse el caso de que, aunque también baje el empleo, la caída del paro le supere.
El comportamiento de la afiliación a la Seguridad Social devuelve el mercado laboral español a la senda de la desaceleración lenta. Aunque la tendencia sigue siendo de un crecimiento a muy buen ritmo. Lo que sucede es que cuando estos datos se comparan con los muy buenos de 2016 y, sobre todo, de 2017 sí que se observa un ligero freno. Por ejemplo, en los últimos 12 meses el aumento de cotizantes ha sido del 2,87%, justo el mismo porcentaje que en septiembre y vuelve a situarse por debajo del 3%, cota que se había recuperado en octubre.
Se está observando la desaceleración económica de la industria, un sector que depende más que otros de la actividad exterior y las exportaciones. También se está resintiendo la construcción. Entre ambas, suman más de dos millones y medio de afiliados solo en el régimen general (el de los asalariados). Y si a ella se añaden la hostelería y el comercio, otras que se dejan algo de impulso, el volumen total de cotizantes supera los 6,3 millones de personas, un tercio del total del mercado laboral.
Por lo que respecta a la evolución de los precios, finalmente, la inflación armonizada de la economía española se situó en octubre en el 2,3%, lo que implica un diferencial de precios de una décima desfavorable para España, la mitad que en septiembre.
Y durante el pasado noviembre el Incremento de Precios al Consumo (IPC) parece acabar el año moderadamente: durante ese mes se situó en el 1,7%. Por lo tanto, inferior a la habida en octubre. 
Por otro lado, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se ha sabido que la revalorización de los salarios se frenó el año pasado. En términos reales, ajustada a la inflación (por tanto, el salario real), tuvo un repunte del 1,8% el año pasado, seis décimas menos que en 2016, y lejos del máximo alcanzado en 2013, cuando subieron un 2,7%.
Un crecimiento que en Europa fue cercano a cero el año pasado, tras subir un 1,3% en 2016 y un 1,6% en 2015 por la desaceleración registrada en los salarios de Alemania (0,9%) y Francia (0,1%) y la caída de los salarios reales en España e Italia.
En el caso español, la OIT apunta que el salario real cayó el año pasado un 1,8%, el mayor retroceso de los últimos cinco años. Las cifras contrastan, eso sí, con las publicadas hace unas semanas por Estadística, según las cuales el salario bruto medio mensual de los 15,68 millones de asalariados españoles aumentó un 0,6% nominal en 2017, hasta los 1.889 euros en 12 pagas. Si bien, en términos reales el trabajador con una remuneración media habría perdido poder de compra, ya que el ejercicio se cerró con un alza del IPC del 2% en 2017.
En los últimos diez años, la retribución real de los empleados españoles cayó, según la OIT, en un 0,3%. Se sitúa así entre los cinco países de Europa con contracción de las retribuciones, solo superada por Reino Unido (-0,5%), Italia (-0,6%) y Grecia (-3,1%), frente al crecimiento del 0,7% experimentado en la región entre 2008 y 2017.
Respecto a la brecha salarial de género, según la OIT, el informe apunta a que en los países con economías avanzadas la brecha salarial de género se amplía a medida que el nivel salarial es mayor. Todo lo contrario que los países menos desarrollados, donde las mayores diferencias se producen en los tramos inferiores.
Sobre el peso que tiene la educación en la retribución de los trabajadores, la OIT constata que, pese a las diferencias entre países, el nivel de educación tiene un peso relativamente bajo en la brecha salarial entre hombres y mujeres. En el caso de las economías más avanzadas, considera que el nivel de formación representa menos de un punto porcentual de la brecha salarial.
En el caso español, la brecha de género es mayor en el sector privado que en el público y más elevado entre los empleos a tiempo parcial que en las jornadas completas.
Finalmente, según el Banco de España, citar que la deuda del conjunto de las administraciones públicas españolas subió en 11.819 millones de euros en el mes de septiembre, hasta los 1,174 billones de euros, un 1% más que en agosto, por lo que marca de nuevo un máximo histórico y se sitúa en alrededor del 98% del PIB.
Con el incremento en septiembre, la deuda pública mantiene la senda alcista que ha venido marcando en los últimos años, tras el retroceso de julio (-0,3%), y supera el máximo histórico registrado en el mes de junio de este año (1,163 billones de euros).
En términos interanuales, la deuda de las administraciones públicas creció en 41.540 millones de euros, un 3,6% más que en septiembre de 2017.
Por administraciones, buena parte del incremento de la deuda pública en septiembre se debe al repunte de la deuda del Estado, que se elevó en 13.308 millones de euros, hasta los 1,03 billones de euros, lo que supone un alza mensual del 1,3% y una subida interanual del 5,2%.
Igualmente, la deuda de las Comunidades Autónomas también se elevó en septiembre en 161 millones, prácticamente lo mismo respecto al mes anterior, pero se elevó un 2,3% frente a septiembre de 2017, hasta situarse en 291.185 millones de euros.
A su vez, el endeudamiento de las Corporaciones Locales creció en 615 millones, hasta los 28.433 millones, un 2,2% más con relación a agosto, pero un 7% inferior a hace un año.
Por último, la deuda de las administraciones de la Seguridad Social se mantuvo en el noveno mes del año en 34.863 millones, el mismo nivel que en los tres meses previos, si bien representa un repunte interanual del 50,3%, puesto que en septiembre de 2017 era de 23.187 millones de euros.

MERCADOS:

La Bolsa española negoció 40.955 millones de euros en renta variable en el mes de noviembre, lo que supone un descenso del 11,1% respecto al mismo mes de 2017 y un 24,2% menos que en el mes de octubre, según los datos remitidos por BME a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Las operaciones en noviembre fueron un 13% menos que un año antes y un 14,7% menos que en octubre, al alcanzar los 3,7 millones de negociaciones.
En cuanto al acumulado anual, la Bolsa española ha negociado 548.718 millones de euros (-9,1%) y 41,12 millones de operaciones (-13,7%).
No obstante, ya saben aquella frase de que “si no hay noticias son buenas noticias”, pues parece que se ha cumplido el pasado mes en la Bolsa, ya se ha comportado mucho mejor que las restantes plazas financieras, recuperando un 2% del 5,3% perdido el mes anterior.
Eso sí, hay sensación de miedo en el mercado. La desaceleración económica va por zonas, pero todos esperamos, que, de alguna manera, nos afectará. Todo ello, cuando muchos sienten un exceso de las cotizaciones en la Bolsa norteamericana.
Con respecto al mercado del petróleo, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados están trabajando hacia un acuerdo que reduzca la producción de crudo en al menos 1,3 millones de barriles por día, pero que la resistencia de Rusia a realizar estos recortes significativos en el bombeo, es hasta ahora el principal escollo.
La OPEP tendrá una reunión durante el mes de diciembre, manteniendo negociaciones con aliados como Moscú, en un contexto de descenso en los precios del petróleo por la debilidad económica global y de temor por un exceso de oferta, debido principalmente a una mayor producción en Estados Unidos.
El líder de facto del cartel, Arabia Saudita, ha destacado la necesidad de realizar reducciones drásticas en la producción petrolera a partir de enero, pero se encuentra bajo la fuerte presión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que ayude a apoyar la economía mundial con unos precios más bajos del crudo.

EMPRESAS:

El Corte Inglés y el Grupo Alibaba han firmado un acuerdo de intenciones para colaborar en el desarrollo de nuevas oportunidades de negocio en el entorno del comercio online y mejorar la estrategia de gestión del cliente.
En un comunicado conjunto, ambos grupos empresariales han indicado que la colaboración tiene por objetivo progresar en las áreas de comercio minorista y distribución, servicios informáticos en la nube, innovación digital y pagos a través del móvil.
El motivo de la colaboración entre el grupo español de grandes almacenes y el gigante chino es aprovechar sus respectivas “fortalezas” junto a las de sus unidades de negocio y empresas asociadas, que incluyen el sitio web Tmall, la plataforma de pago móvil Alipay, la empresa de servicios en nube para empresas Alibaba Cloud y la tienda online AliExpress.
En este sentido e impulsados por la transformación digital, las compañías buscan beneficiarse de lo “mejor” del mundo físico y del online para lo que analizarán una serie de mejoras en sus respectivas propuestas omnicanales.
Entre las principales iniciativas y proyectos de colaboración, se incluye el acceso de El Corte Inglés a un paquete integral de soluciones tecnológicas proporcionado por Alibaba Cloud, que incorpora el análisis de Big Data (macrodatos) para la toma de decisiones empresariales en tiempo real, así como herramientas de inteligencia artificial para personalizar la oferta y mejorar la atención al cliente.
De esta manera, el Big Data, permitirá a El Corte Inglés analizar de forma “inmediata” grandes volúmenes de datos de cara a tomar decisiones de diferente índole.
En cuanto a la estrategia comercial, el grupo de distribución de España y Portugal utilizará las plataformas de Alibaba para ofrecer a los usuarios en China y en el resto del mundo sus marcas y productos.
Por su parte, AliExpress podrá desarrollar pequeños “stands” de atención al público y otros espacios físicos en los centros comerciales de El Corte Inglés que permitan dar a conocer al mercado español los últimos productos lanzados en la plataforma china.
Ambas compañías se han propuesto también trabajar en la utilización de infraestructuras y canales logísticos, para lo que Alibaba se podrá beneficiar del conocimiento y capacidades logísticas de la empresa española, así como utilizar sus centros físicos como puntos de recogida para compras online a través de AliExpress.
Asimismo, con este acuerdo de colaboración los grupos empresariales avanzan en aspectos relacionados con los medios de pago, ya que el pasado mes de marzo El Corte Inglés firmó un acuerdo con Alipay para hacer más “fáciles” y “seguras” las compras a los turistas chinos que visitan España. Esta alianza ahora suma “relevancia”, puesto que se prevé desarrollar iniciativas conjuntas que generen nuevas experiencias de compra para los turistas chinos.
El director de Alibaba Group para España, Italia, Portugal y Grecia, Rodrigo Cipriani, se ha mostrado optimista ante la firma del acuerdo del que espera unir fuerzas para ofrecer en todo el mundo los “mejores” productos. “Confiamos en que la experiencia y las habilidades aportadas por ambas compañías generarán un valor y unas oportunidades únicas a medida que la cooperación se materialice”

lunes, 19 de noviembre de 2018

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A NOVIEMBRE 2018: desaceleración en la eurozona.


Según estimaciones del banco suizo Credit Suisse, si bien el patrimonio total mundial creció en 14 billones de dólares hasta los 317 billones, el 10% de personas que más patrimonio tiene posee el 85% de la riqueza global de los hogares una vez descontada la deuda. El 1% más rico dispone del 47% del patrimonio. Y la mitad de la población de menor patrimonio solo tiene en sus manos el 1% de la riqueza existente en el mundo.

GLOBAL:

No sabemos cuáles serán las causas por la que se desatará otra crisis: el auge del proteccionismo que pretende Trump; los desequilibrios de China; Italia; las subidas de tipos de la Reserva Federal estadounidense; el empeoramiento de los emergentes, … Podría ser cualquiera de esas razones, o alguna poco previsible en estos momentos. Ahora bien, lo que sí sabemos es que la munición de que disponen las autoridades económicas para atajarla es mucho menor, ya que el elevado endeudamiento público, los escasos aumentos de la productividad, unos devaluados salarios, y el llamado populismo mundial que se abre paso, disminuyen mucho las posibilidades de maniobra.
No es que se esté anunciando una inminente crisis, ya que la economía va a seguir creciendo, pero a un ritmo menor.  
Hay nubarrones en el horizonte: Italia es una amenaza real (necesita 270.000 millones de euros el próximo año); la gran Recesión ha ocasionado un gran endeudamiento público mundial; y la mayor deuda externa es la de Estados Unidos. 
Previamente a la Gran Recesión, el BCE prácticamente no había comprado deuda pública. Sin embargo, en este momento posee una cifra equivalente al 23% del PIB de toda la zona euro. Y su regulación no le permite comprar más del 33% de la emisión de un país. En cuanto haya otra crisis se estará cerca de ese límite.
No es posible ignorar, que el contexto político no apunta hacia buenas expectativas: en Alemania cada vez hay más ciudadanos que votan a la derecha populista y que, en su reduccionista visión de Europa, están hartos de pagar por los países del sur. Italia ha lanzado un órdago directo a la disciplina fiscal necesaria para convivir dentro del euro.  Todo ello, indica una falta de solidez de la zona euro que podría motivar que una leve recesión fuese a una situación algo más grave.
Muchos analistas apuntan a que será difícil gestionar medidas de estímulo conjunto en el mundo y en la Unión Europea, ya que gobiernos débiles y populistas, dicen, tendrán enormes dificultades para tomar medidas o hacer reformas, máxime con una ciudadanía aun sufriendo por la crisis y la devaluación salarial.
Además, habría que añadir las guerras comerciales desatadas por el presidente Trump. E incluso algo no muy conocido: en el año 2008 la Reserva Federal (Banco Central de Estados Unidos) inyectó muchos dólares a los bancos europeos para sacarlos de la insolvencia o quiebra. En estos momentos, se precisaría la aprobación previa del presidente estadounidense.

CHINA:

Aunque no se estén acusando de forma importante en la economía de China la incidencia de los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump, la realidad es que su implantación está teniendo lugar en un momento de mayor debilidad económica: su economía ha crecido durante el pasado julio y septiembre un 6,5% interanual.
No obstante, según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas asiática, apenas se ha resentido en su crecimiento económico. Su PIB ha crecido sólo dos décimas menos que en el segundo trimestre de este año. Todo ello, a pesar de la caída del precio de las materias primas, y de que varias zonas del norte del país, que vivían de la industria pesada, rozaron la recesión por primera vez en décadas.
De forma que la guerra comercial entre China y Estados Unidos, hasta ahora, parece no haber tenido efectos negativos en la macroeconomía de la segunda potencia mundial. Parece, incluso, lo contrario: las exportaciones de China aumentaron un 14,5% interanual en septiembre (el mismo mes que entró en vigor la segunda gran ronda de aranceles). Y, por otro lado, la gran pesadilla de Trump (el superávit comercial que disfruta frente a EE UU), alcanzó un máximo histórico de 34.130 millones de dólares.
Algunos analistas señalan que el hecho anterior, viene motivado por el adelanto de las compras estadounidenses para evitar los mayores aranceles estadounidenses. Por tanto, se notarán más adelante.
No obstante, la guerra comercial sigue generando gran incertidumbre, y lo índices de confianza empresarial chino se encuentran en mínimos.
Según Li Wei, profesor de economía en la escuela de negocios Cheung Kong, “la banca en la sombra, que era una de las principales vías de financiación para las pequeñas y medianas empresas, ha sido literalmente aplastada. Esto ha tenido un impacto enorme en estas compañías, que, si bien antes creían que el coste de financiarse era alto, ahora simplemente se están quedando sin fondos. En estas condiciones es normal que no se invierta, y precisamente ese debilitamiento del sector privado es un motivo de preocupación que no va a revertir próximamente”.
Según Li, “las medidas actuales no son suficientes para revitalizar la actividad económica. El Gobierno debe llevar a cabo una reducción de impuestos más significativa y asegurarse de que el mecanismo de transmisión monetaria funciona, es decir, que el crédito llega a las pymes”.

ESTADOS UNIDOS:

Según un informe de la agencia Bloomberg, Estados Unidos está viviendo uno de los periodos de crecimiento económico más prolongado en el tiempo. La Reserva Federal estima que acabará este año con un aumento de su PIB del 3,1% que cerrará diciembre con un crecimiento del 3,1%, situándose la tasa de paro en el 3,7%.
Los datos reflejan la recuperación del empleo en el sector manufacturero, impulsado por la mejora de la demanda interior y exterior, y de la minería, debido en buena parte a los precios del petróleo. Mientras, los servicios se han desacelerado. La economía ha mejorado por la tendencia expansiva desde la salida de la recesión y en parte por el último aluvión de estímulos, vía recorte de impuestos o aumento de gasto público.
Han proliferado, sin duda como consecuencia de las elecciones legislativas estadounidenses un alud de informes analizando las consecuencias, favorables y desfavorables, para cada sector en particular.
Los datos macroeconómicos globales no reflejan daños por las tensiones comerciales, pero algunos economistas destacan que, al hacer las cuentas, la incertidumbre en este terreno es un aspecto negativo.
Estados Unidos acabó firmando una nueva versión del gran tratado comercial con México y Canadá (antes llamado Nafta, ahora conocido como USMA) que, entre otras medidas, fomenta la producción estadounidense de automóviles a manos de trabajadores con sueldos de 16 dólares la hora, lo que protege el empleo en el mercado de Estados Unidos. El pacto despejó el temor a la ruptura de una zona de libre comercio que llevaba un cuarto de siglo vigente.
Sin embargo, las negociaciones con China están siendo muy complicadas. Preocupa que los efectos de los aranceles entre ambos países puedan ser, aunque relativamente modestos, muy duraderos, lo que podría perjudicar a muchas exportaciones estadounidenses.
La realidad, es que Trump ha llevado a cabo su ofensiva comercial desde una posición muy privilegiada (la economía mundial más rica y poderosa), con un mercado de trabajo muy favorable e, incluso, con expectativas de inflación inexistentes.
Ahora bien, con una política fiscal de las más expansivas de su historia (rebaja de impuestos y aumento del gasto público), las estimaciones de crecimiento de la Reserva Federal van a la baja: un 3,1% para 2018, que se modera hasta el 2,5% en 2019 y queda en el 2% en 2020.
El crecimiento potencial de EE UU, añade, se sitúa en torno al 2%, por lo que un crecimiento muy superior a ese nivel que no puede durar siempre. Eso no significa necesariamente que aumenten los riesgos de recesión, pero las tasas de crecimiento se van a situar en torno al 2%.
La población envejece, la que hay en edad activa está ya prácticamente empleada y el aumento de la fuerza de trabajo se ralentiza, así que EE UU solo puede pisar el acelerador del crecimiento con aumentos en la productividad (también ha experimentado un frenazo en los últimos años).
El efecto multiplicador de la rebaja de impuestos es limitado: supone un aumento de riqueza para los ricos, pero incrementa el ahorro, no el consumo (la propensión marginal al consumo de los privilegiados es pequeña, es decir, por mucho que aumente su renta disponible, no pueden consumir más, sino que simplemente ahorran mas). Sin embargo, el salario medio semanal creció en términos reales (es decir, descontando la inflación) un discreto 1,1%.
En resumen, para algunos analistas, la economía estadounidense avanza a “demasiada velocidad por el filo de la navaja”. Donald Trump ha hecho de la búsqueda de resultados inmediatos, fulgurantes, el único norte y guía de su política económica. El resultado es el que cabía esperar: el corto plazo está despejado, con una tasa de crecimiento superior al 3% y bajos niveles de desempleo, consecuencia de los programas de rebajas de impuestos, inversión en infraestructuras y coacción a las empresas para que repatríen inversiones y dividendos. Y en esta tesitura favorable, casi exultante, continuará los próximos meses. Pero no se pueden ignorar algunas de las leyes de la Teoria Macroeconomía, por lo que, a medio y largo plazo, el devenir económico es menos claro.  
Y es que la política económica de Trump puede denominarse como tremendamente procíclica. Cuando ya estaba confirmado un retorno al crecimiento desde el mandato de Obama, Trump insufló más combustible en la caldera aplicando keynesianismo algo extravagante (basado en que todo vale, y “cuanto más, mejor”, con tal de conseguir el más rápido crecimiento).
Sin duda, es un extravagante empresario, que se está valiendo de la economía como una herramienta política, sobre todo, en opinión de algún analista, para despreciar a sus enemigos, sean liberales o del Partido Republicano.
Posiblemente, Trump está quemando a velocidad de vértigo la fase de recuperación económica para cumplir sus faraónicos objetivos antes de que acabe su mandato. Consiguientemente, está agotando todos los márgenes de crecimiento, incluido el efecto inmediato del proteccionismo rampante.
Bastantes agentes: inversores, analistas, economistas, y consultores, …  creen que la consecuencia de esta aceleración del crecimiento podría ocasionar una nueva recesión económica. En ese sentido, encajan, perfectamente, las protestas por la política de subida de tipos de interés que está aplicando la Reserva Federal.
El presidente de la Fed, Powell, tiene dificultades para acompasar la subida de las tasas al ritmo que Trump está “recalentando” a la economía.
Además, hay que añadir los demorados efectos negativos del proteccionismo que ha desencadenado. Efectos, de los que aún no existe un consenso de en relación a sus perversos efectos, aunque demorados, del proteccionismo. Está por definirse el consenso de los principales organismos económicos internacionales, sobre cuáles serán los efectos de la disparatada guerra arancelaria que ha desencadenado. Está claro que la balanza exterior resultará afectada por el encarecimiento de los costes de producción implícito en la política arancelaria.
Hoy rige una extraordinaria presión sobre la economía estadounidense. Si bien, dada su situación de poder, esta tenga asegurada su financiación exterior.
Las convulsiones que está sufriendo Wall Street parecen reflejar que los inversores desconfiasen de la solidez del crecimiento en Estados Unidos y de los resultados de las empresas. El alza de tipos, la batalla comercial con China, y la moderación de la economía global, presionan a la economía estadounidense.

EUROZONA:

Los datos adelantados por Eurostat (Oficina Estadística de la UE) vienen confirmando que el crecimiento en la eurozona se está diluyendo: en el tercer trimestre, los Diecinueve registraron un aumento de su PIB de un 0,2% (la mitad que en el trimestre anterior). La mejora de Francia no logró compensar el estancamiento de Italia, en plena batalla con Bruselas por su amenaza de romper las reglas fiscales comunitarias.
Ya ha advertido el presidente del BCE, Mario Draghi, de que hay signos que apuntan a un crecimiento menor del esperado. Quizá sea debido a una moderación en el crecimiento por parte de Alemania.
También la Comisión Europea ha publicado el “Indicador de Sentimiento Económico”, que en el mes de octubre descendió 1,1 puntos en la zona euro. El deterioro de la confianza se produjo en los principales sectores de la economía: la industria, los servicios y, sobre todo, el comercio. Y en los principales países: Alemania (-1,3 puntos), Holanda (-1,3), Francia (-1,2) e Italia (-0,9). Solo España se salvó de ese deterioro, con un incremento de 1,9 puntos.
Sin duda, lo más preocupante es Italia que registra un estancamiento económico que pone todavía más en entredicho las previsiones de su Ejecutivo para 2019. Francia, en cambio, creció el 0,4%, dos décimas más que el trimestre anterior.
Italia sorprendió negativamente al estancarse en el tercer trimestre a causa de la debilidad de la demanda interna y del comercio exterior. El economista y exsecretario del Tesoro italiano, Lorenzo Codogno, recordó que el Producto Interior Bruto (PIB) de Italia aún es hoy un 5% inferior a los niveles de antes de la crisis, y que desde entonces la brecha del país con el conjunto de la zona euro (incluyendo Italia) no ha hecho sino crecer hasta el 13,4%.
La principal batalla de la UE, es la que tiene lugar con Roma, sin olvidar a las negociaciones del Brexit, o a las nuevas medidas que se puedan adoptar sobre Grecia. Todas ellas, deben ser manejadas con cuidado por los países de la moneda única para evitar cualquier derrape en pleno proceso de retirada de estímulos por parte del Banco Central Europeo.
Muchas analistas consideran que el flojo y débil progreso económico de los Estados de la zona euro tiene que ver con la caída de ventas de automóviles en Alemania (en septiembre fue del 30%, según la patronal del sector) por la nueva norma de emisiones, que supuso que se adelantaran las compras.
También, las ventas minoristas germanas cayeron un 1% en el tercer trimestre (el peor registro desde 2009).
El anuncio de la canciller Merkel de que en 2021 no repetirá como candidata, genera inquietud y desasosiego por la debilidad en la que va quedando su Gobierno cada vez que hay unas elecciones. Y todo ello en un contexto de inestabilidad de los mercados financieros y de batallas comerciales a un lado y otro del continente.
Según Eurostat, Italia es el único país de la UE cuyo mercado laboral se deterioró en septiembre: el Producto Interior Bruto (PIB) italiano se encuentra aún un 5% por debajo de los niveles del primer trimestre de 2008, y desde entonces la brecha con el conjunto de la zona euro se ha agrandado un 13,4%.  
Esa situación, es la que lleva al Ejecutivo italiano a tratar de justificar su fuerte expansión fiscal en su presupuesto público, rompiendo sus compromisos adquiridos con la Unión Europea.  La Comisión Europea, sin embargo, ha puesto ya en marcha mediante un primer aviso el engranaje para corregir y, si es necesario, aplicar sanciones por incumplir las reglas comunitarias. Las pobres perspectivas económicas para el país y el incremento de los intereses pueden conducir a que la bola de nieve de la deuda (equivalente al 131,8% del PIB) siga haciéndose más voluminosa.
El empeoramiento de la situación también pone en un brete al BCE: a pesar de la debilidad de los datos que van llegando, Mario Draghi ha decidido seguir con la retirada de los estímulos, por lo que es improbable que el BCE no finalice su programa de compra de activos en diciembre (ya ha inyectado más de 2,5 billones de euros a la economía).
Por todo ello, el crecimiento de la zona euro sigue dando señales de fatiga.
En todo caso, el BCE lanzará solo dos cartuchos más de 15.000 millones de euros mensuales para concluir su programa de compra de activos (APP, por sus siglas en inglés). Los tipos seguirán en su mínimo histórico del 0,00%, y del 0,40% negativo en el caso de la facilidad de depósito, hasta al menos el verano del año que viene y se seguirá aportando liquidez con la reinversión de la deuda que vaya venciendo. La pérdida de dinamismo económico en la zona euro y todas las incertidumbres planteaban a Draghi el dilema de seguir con los estímulos o ir guardando munición para el próximo cambio de ciclo. Y en esa bifurcación, el banquero ha elegido seguir replegando velas al ritmo planificado.
El Consejo de Gobierno, no ha discutido la posibilidad de alargar la expansión monetaria mediante la compra de activos. El BCE considera que las economías domésticas siguen consumiendo, disminuyendo el desempleo, subiendo los salarios y la inversión productiva e inmobiliaria.
Por otro lado, la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) ha dirigido una prueba en la que ha evaluado la resistencia y capacidad de recuperación de 48 bancos de la Unión Europea y Noruega, con al menos 30.000 millones de euros en activos, bajo la hipótesis de una fuerte crisis económica.
El examen ha incluido a cuatro bancos españoles: BBVA, Santander, CaixaBank y Sabadell. Todos ellos han mostrado un nivel de capital "considerable", según el Banco de España, en un escenario económico adverso. 
De los 48 puestos, los cuatro españoles ocupan la parte baja del ranking por capital, ya que están entre los 17 peores. A los cuatro bancos lo que más les ha perjudicado ha sido la caída del 19% en el precio de la vivienda porque hasta 2017, todavía tenían importantes carteras que han vendido este año. Por eso, en la clasificación por países, España ocupa el segundo peor puesto en capital CET 1 fully loaded en el escenario estresado de 2020, con una ratio del 8,96%; solo el Reino Unido está peor, con un 8,26%. 
El Banco de España destaca que los bancos han llegado a esta prueba con más capital que a la que hizo la EBA en 2016 porque se han reforzado en este periodo. Entre los analistas, lo que más se valora es el grado de resistencia de su capital a una crisis: el Santander es el gran banco europeo que menos desgasta su capital, al caer un 1,64 punto entre la posición de partida y el escenario estresado. El BBVA pierde 2,24 puntos, CaixaBank 2,54 puntos, mientras que el Sabadell baja 5,21 puntos. Esta situación le sitúa en el puesto decimotercero por desgaste de capital en una recesión. 
Dentro del conjunto europeo, los peores son Barclays, con un capital del 6,37%, seguido de la cooperativa italiana BPM, Lloyd's y el italiano Nord Ubi Banca. El gigante francés Société Générale quedaría en séptima posición por la cola, con un capital de 7,61% mientras que el banco más grande de Alemania, Deutsche Bank, estén en la octava peor posición con un capital de 8,14% en el escenario 
 El test ofrece, en una supuesta recesión, los resultados de las entidades en 2018, 2019 y 2020. Así, HSBC, el mayor banco europeo, sería el que más dinero perdería, con 15.715 millones acumulados en el trienio; Deutsche Bank, 15.334 millones; Barclays, 11.244 millones; BNP 7.468 millones, Lloyd’s 6.710 millones, Société Générale, 6.416 millones en números rojos.
Entre los grandes de Europa solo hay uno que estaría en pérdidas durante los tres años, Deutsche Bank. Esto también le ocurre a un español, el Sabadell, que acumularía números rojos por 1.631 millones, mientras que Santander, CaixaBank y BBVA presentarían beneficios acumulados, aunque también estarían en pérdidas en 2018.
Los resultados de los cuatro bancos españoles demuestran que, según el test, necesitan más capital para protegerse de posibles crisis. Pero el capital es caro y erosiona los márgenes, responden los banqueros. Por entidades, el mejor es el Santander, pero en el puesto 32 de la tabla, CaixaBank en el 34, el BBVA en el 37 y el Sabadell en el 43 de 48.
Por países, España es uno de los países en los que sus bancos tienen menos desgaste de capital al soportar una recesión, pero, al mismo tiempo, es el segundo peor país por ratio de capital final. Es decir, al partir de un nivel bajo, aunque la erosión de capital no es grande, acaba en una mala posición final.

ESPAÑA:

La economía española creció un 0,6% trimestral entre julio y septiembre, justo la misma tasa de crecimiento que en los dos trimestres anteriores. En términos anuales el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se mantiene en el 2,5% que se registró entre abril y junio, según el avance publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). 
Por tanto, pese a la ralentización de los mercados europeos, la actividad económica española resistió, encadenando 20 trimestres de crecimientos ininterrumpidos. Es más: su tasa de avance triplica el 0,2% anotado en la zona euro.
No obstante, la demanda externa, que tanto ayudó en los peores momentos a tirar de la economía española, restó 0,5 puntos anuales al PIB. Y en el trimestre las exportaciones retrocedieron un 1,8%, entrando por primera vez en tasas negativas desde el tercer trimestre de 2013. Si bien es cierto que las importaciones también disminuyeron un 1,2%.
El sector exterior llevaba cinco años arrojando cifras positivas incluso cuando se frenaba el comercio fuera. Sin embargo, esta vez no ha ocurrido así y disminuye con los demás.
Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), la contribución de la demanda nacional al crecimiento interanual se situó en tres puntos, tres décimas por debajo a la del segundo trimestre.
A pesar de que el ahorro de los hogares se encuentra en niveles mínimos y de que la inflación erosiona el poder adquisitivo, el consumo de las familias volvió a tomar impulso entre julio y septiembre con un 0,6% de incremento, justo después de que en el segundo trimestre apenas creciese un exiguo 0,1%.
El gasto de las Administraciones Públicas también contribuyó a que la actividad no perdiese fuelle: aumentó un 0,8% frente al 0,1% que sumó en el trimestre precedente, seguramente debido al desembolso aparejado a la revalorización de las pensiones y de los sueldos de los funcionarios. En definitiva, pese a que la actividad sostiene el pulso, su estructura y composición interna es algo peor: menos exportaciones y más consumo de los hogares y del sector público.
Aunque se desacelera, la inversión se elevó un 1% trimestral (un dato bastante peor que el 3,5% que se dio entre abril y junio).
El consumo privado se ha vuelto a recuperar y mantiene cierta fortaleza.
La debilidad de las exportaciones es, sin duda, lo más preocupante y significativo.
Los costes laborales unitarios han subido durante el trimestre un 1,1%, reflejando un repunte de los salarios. En los últimos doce meses, la ocupación engorda a ritmos del 2,5%, una tasa idéntica a la del segundo trimestre. Semejante incremento representa unos 450.000 trabajadores más a tiempo completo. El hecho de que el PIB y el empleo aumenten al mismo ritmo implica que todo el crecimiento se hace a fuerza de mano de obra nueva y no de mejorar la productividad, una señal de que los puestos creados no son de calidad.   
Por sectores, aunque desde unos niveles todavía bajos, la construcción sigue exhibiendo crecimientos robustos y avanza un 1,8%. En medio de los anuncios de cierres de plantas, la industria entra en tasas negativas con una pérdida trimestral del 0,5%. Por otra parte, sorprende que hayan crecido los servicios, pese a la menor entrada de turistas.
 Hay que destacar, la pérdida de empleo en el sector bancario: los cinco grandes bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell) cuentan con 1.900 empleados y 563 oficinas menos en el país desde que comenzó el año, según datos de las entidades al cierre del tercer trimestre.
En concreto, estas entidades recortaron un 3,37% sus oficinas en España entre enero y septiembre, con lo que pasaron de 16.690 a 16.127 oficinas. El mayor descenso en términos absolutos lo protagonizó CaixaBank, con 194 oficinas menos en el país (-3,98%), si bien continúa a la cabeza por número de sucursales en España, con un total de 4.681. En términos relativos, Bankia cerró septiembre con un descenso del 5,04% en el número de oficinas, con un total de 122 cierres.
Asimismo, Banco Santander contaba al cierre del tercer trimestre con 95 oficinas menos, un total de 4.398 (-2,11%). Los datos comparables incluyen la totalidad de oficinas de Santander en España, Banco Popular, Popular Banca Privada y Banco Pastor.
BBVA tenía un total de 2.870 oficinas en España, 149 menos que nueve meses antes, lo que supone un recorte del 4,94%. Banco Sabadell, de su lado, mantuvo su cifra prácticamente estable, con solo tres oficinas menos, hasta 1.877 (-0,16%).
Por otro lado, Santander redujo su plantilla en España en 737 trabajadores, hasta 32.425 (-2,22%), pendiente aún de conocerse la magnitud del ERE que tiene previsto tras absorber Popular, y BBVA lo hizo en un 0,81%, hasta 30.337 (247 empleados menos). Por el contrario, CaixaBank y Sabadell aumentaron sus plantillas en el país en 572 y en 17 empleados, respectivamente, hasta los 32.613 (+1,79%) y 15.905 trabajadores (+0,11%).
Sin embargo, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística el mercado laboral español sigue creciendo con fuerza. Ha perdido un poco en verano, pero todavía mantiene un vigor que le ha permitido crear en el último año 478.800 empleos. Ya ha superado los 19,5 millones de puestos de trabajo, un dato que no se veía desde finales de 2008,
También hay que remontarse hasta ese momento para encontrar una tasa de desempleo más baja. Entre julio y septiembre cayó al 14,55%, por primera vez en casi una década pierde el nivel del 15%.
La economía española ya encadena más de cuatro años creando empleo. La mayor parte de ese tiempo lo ha hecho a un ritmo anual que superaba los 400.000 puestos de trabajo e, incluso, los 500.000 en bastantes momentos. Eso ha permitido que se reduzca el desempleo hasta esa tasa del 14,5% (por cada 100 personas que desean trabajar, casi 15 no lo consiguen) desde un nivel que se acercó al 27% en el invierno de 2013.
Aunque existe desaceleración, se trata de unos buenos datos en el empleo: con Trump, el aumento del precio del petróleo, el fin de los vientos de cola... la ocupación en el mercado de trabajo ha crecido un 2,5% anual.
La Seguridad Social vuelve a acercarse a los 19 millones de afiliados. Cerró el mes pasado con 18,99 millones de trabajadores tras ganar 130.360 afiliados, el mejor dato para un mes de octubre.
Aunque parece contradictorio, los datos de empleo y paro no tienen por qué ir de la mano. Es decir, si sube la afiliación es lógico que baje el paro, sin embargo, hay factores que pueden hacer que esto no sea así. Uno de ellos es la población activa, las personas en edad y disposición de trabajar o con trabajo. Si la Población Activa (personas que se ofrecen o desean trabajar) crece mucho, puede darse el caso de que se cree empleo, pero no suficiente como para absorberlo todo ese crecimiento y, entonces, también aumenta el paro.
La ganancia de afiliación de la Seguridad Social apunta levemente en una dirección: el mercado laboral vuelve a coger tracción. Había perdido algo de fuerza en verano. Crecía bastante la afiliación, pero un poco menos del 3% al año. Perdió esa cuota en julio por primera vez desde 2016 y se quedó ahí en agosto y septiembre. Pero en octubre ha vuelto a subir. En 12 meses hay un 3,05% más de afiliados que en el mismo mes del año anterior.
En lo que va de año, la Seguridad Social ha crecido en 562.544 afiliados. Todavía es pronto para saber si 2018 acabará con un incremento de cotizantes por encima del medio millón. Noviembre y diciembre no son de los mejores meses para el mercado laboral. No obstante, si se mantuviera este ritmo España encadenaría cuatro años ganando afiliados por encima de esas cifras.
Junto a las ganancias en educación y en construcción, se registran pérdidas en la hostelería, la sanidad y de las actividades administrativas y de servicios auxiliares. La actividad de estas tres ramas, especialmente la primera, crece mucho durante el verano por el turismo y cuando acaba la temporada alta reduce la mano de obra que emplea.
Del lado del paro, el dato de octubre no es bueno, puesto que ha supuesto un aumento de personas buscando un trabajo. Sin embargo, la cifra de 52.000 parados más del mes pasado es algo inferior a la del mismo mes de 2017. La cifra total queda ahora en 3,2 millones.
Las cifras del Paro Registrado (Registro de las oficinas públicas de empleo, en las que se inscriben los desempleados que tienen la obligación de hacerlo o los que solicitan servicios de cursos de formación, ayuda en la búsqueda de una ocupación), muestran que todavía hay consecuencias graves de la crisis y las recesiones recientes (2008-09 y 2011-13). Se ve con claridad en el nivel de cobertura, que está en el 56%. 
Otro punto en el que se observa un aspecto negativo, es en la calidad del empleo. Se desprende de los datos de la contratación: el número de contratos firmados en octubre vuelve a crecer por encima del 10% sobre el mismo mes del año anterior. Además, se superaron los dos millones de contratos firmados por cuarta vez en 2018. Esto es un síntoma claro de que la rotación en el empleo sigue siendo alta, ya que solo algo más del 9% de estos contratos fueron indefinidos y, además, cuando estos lo son, como han demostrado investigaciones económicas recientes, no garantizan la estabilidad.
Con todo, es cierto que la cifra de contratación tiene esta vez una lectura positiva, paralela a la que muestra la afiliación. El mercado laboral en octubre ha mostrado un vigor inesperado. En los últimos meses, el número de contratos firmados mostraba cierta atonía si se comparaba con la evolución de los ejercicios anteriores.
El dato de octubre evidencia, junto con el sorprendente aumento de la afiliación, una aceleración.

MERCADOS:

Las Bolsas europeas han cerrado octubre con avances al calor de los avances en Wall Street. En el Ibex, además, los resultados de Santander, Telefónica y Repsol han permitido al selectivo español anotarse un avance del 0,99% hasta los 8.893,50 puntos. Sin embargo, en el pasado octubre, la caída del Ibex se eleva al 5,3%, la mayor desde el mes de febrero.
El Ibex ha sumado un 0,99% y ha cerrado al filo de los 8.900 puntos. En el balance de octubre, tradicionalmente bajista para los mercados, el selectivo español se ha dejado un 5,3%. A falta de dos meses para el cierre del ejercicio, el Ibex pierde un 11,45%.
Los temores a una desaceleración han generalizado los descensos en los mercados durante el mes y las caídas se agravaron en el Ibex tras de la sentencia del Supremo sobre el impuesto de las hipotecas.
Hay que destacar, que la banca española no levanta cabeza en Bolsa. La debilidad del negocio (bajos tipos de interés) derivada de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), la crisis en países como Italia, Turquía y Brasil y el temor a una desaceleración económica han lastrado la cotización de los principales bancos del país en el último año.
El remate lo dio la inseguridad jurídica creada por el Tribunal Supremo con su actuación sobre la sentencia del pago del impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD) en las hipotecas.
Con todo ello, en los últimos doce meses los ocho bancos cotizados han perdido 48.900 millones de euros de capitalización, lo que afecta a grandes inversores, pero también a millones de pequeños accionistas y partícipes de fondos de inversión y de pensiones.
La sentencia del Alto Tribunal que dictó que los bancos pasarán a abonar el tributo desató el pánico entre los inversores ante el temor a una hipotética reclamación a las entidades.
Desde el día del fallo, el Sabadell se ha dejado en Bolsa un 14,4%, Unicaja un 12%, Liberbank un 11,4%, Bankia y Caixabank un 9% y Bankinter un 8,5%, el Santander más de un 5% y BBVA un 4,3%. Esas caídas equivalen a 10.091 millones de euros.
Por otro lado, aunque el Euribor ha comenzado a cambiar de tendencia, los bancos, al menos hasta ahora, han seguido abaratando el crédito. Con ello se intensifican las dudas sobre la capacidad del sector para mejorar su rentabilidad, pese a sus mejores niveles de capital y a que casi ha terminado de sanearse.
A ello se ha sumado la crisis política y económica en países como Turquía, Brasil y Argentina, que ha afectado a la cotización de entidades con exposición a esos mercados, BBVA y Santander fundamentalmente. Además, la incertidumbre en Italia ha castigado a los bancos españoles por tener en cartera deuda pública de ese país.
Así, desde hace un año el valor de los bancos cotizados se ha hundido en, nada menos, que 38.809 millones de euros (desde octubre de 2017 han perdido 49.800 millones de euros). 
Sin embargo, en contraste, y en un momento donde muchos se llevan las manos a la cabeza por la propuesta de subida del salario mínimo, la cúspide empresarial, más que apretarse el cinturón, se lo ha aflojado sustancialmente.
En 2013 se publicó por primera vez el Informe Anual de Retribuciones de los Consejos de las sociedades cotizadas españolas. Entre ese año y 2017, según los datos publicados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), se observa una tendencia alcista importante en la remuneración de los administradores, con un incremento en su retribución media del 29%.  
Esa fuerte mejora se debe, en gran parte, al aumento salarial de los consejeros que desempeñan funciones de dirección (presidentes y consejeros delegados), que experimentó un incremento del 43%.
Esta alegría salarial en las plantas nobles corporativas se volvió a poner de manifiesto el pasado año, último curso del que hay datos disponibles. El sueldo medio por consejo de administración se situó en 369.000 euros anuales, lo que supone una mejora del 6% con respeto al año anterior.
La remuneración media devengada globalmente por los consejos de las sociedades cotizadas fue, en promedio, de 3,7 millones de euros, un 15,9% superior a la del año anterior. Sin tener en cuenta el vencimiento de incentivos a largo plazo en las sociedades anteriormente mencionadas, la mejora hubiera sido del 6,3%.
Una vez más, los consejeros ejecutivos de los grandes grupos cotizados (los que están en el Ibex 35) fueron los que mayores aumentos notaron en sus nóminas. El sueldo medio de los presidentes y consejeros delegados de las empresas del índice selectivo aumentó un 12,3%, situándose en 3,11 millones de euros. Por su parte, el salario de los consejeros ejecutivos del resto de sociedades se elevó en un 20% hasta los 868.000 euros.
Es importante resaltar esta circunstancia frente a las pérdidas de muchos pequeños ahorradores en la Bolsa, y perdidas de salarios y empleos en el sector.

EMPRESAS:

Las ventas de automóviles cayeron en octubre un 6,6% y sumó dos meses seguidos de caídas. Fabricantes y concesionarios concluyen que el mercado está descontando aún el aumento de ventas que se produjo hasta el verano, en previsión a la entrada en vigor de la nueva norma europea sobre emisiones contaminantes, conocida como WLTP, cuando esta amenazaba una fiscalidad más alta que se vio frenada in extremis con una moratoria de dos años. Pese a la reducción de los dos últimos meses, la comercialización ha crecido en lo que va de año un 10%, según los datos elaborados por IEA.
La contracción registrada en octubre se produce a pesar de que octubre contaba con un día laborable más que hace un año. En ese tiempo, se comercializaron un total de 88.410 turismos. Mientras que ese segmento de mercado caía, el de los vehículos comerciales ligeros crecía un pequeño 2,8% (17.586) durante el mes y en el acumulado del año se registraba un alza del 8,8%.
Las ventas mantienen la tónica en lo que va de año de caída del segmento de motorizaciones diésel, que ahora ya solo supone el 36,6% de las entregas. En octubre menos de una tercera de los turismos vendidos (32,8%) tenían ese tipo de motorización. En ejercicios anteriores habían llegado a representar el 60% de las ventas, liderazgo que ahora asumen los vehículos de gasolina.
Las tecnologías hibridas y eléctricas han ganado protagonismo en los meses de setiembre y octubre, una vez estrenada la WLTP. Son, de momento, los meses del año en los que han tenido una mayor porción del mercado, con un 9,1% de las ventas en septiembre y un 8,7% en octubre. En los diez primeros meses del año acumulan un 6,4%.