jueves, 17 de mayo de 2018

SITUACIÓN ECONÓMICA ESPAÑOLA Y MUNDIAL A MAYO 2018: amenazas a la economía global.


En la Eurozona, el primer trimestre del año ha puesto de relieve que persisten algunos problemas en la región: el PIB de los Diecinueve países del euro creció un débil 0,4%. Se trata del peor dato desde hace un año y medio, y supone una cifra muy inferior al crecimiento registrado durante los últimos tres trimestres (un 0,7%).

GLOBAL:

El Fondo Monetario Internacional viene señalando desde hace tiempo la vulnerabilidad más importante del sistema financiero y de la economía global: se trata de la deuda global tanto pública como privada. Advierte de que el nivel de los tipos está tan bajo, por lo que endurecer repentinamente los costes podría provocar una nueva recesión.
Aunque se trata de una posibilidad lejana, según Tobias Adrian, primer consejero financiero del FMI, “se está perfilando una dinámica más propia del fin del ciclo crediticio”, advirtiendo que, en el escenario más negativo, “es posible que se produzca un crecimiento económico negativo en un plazo de tres años”.  
En el año 2016, la deuda global ascendía a 164 billones de dólares, lo que equivale al 225% del PIB mundial. La economía mundial se encuentra, respecto al PIB, un 12% más endeudada (respecto al máximo del año 2009).
El FMI ha señalado que la volatilidad observada desde el pasado febrero en los mercados, es consecuencia de que los riesgos se han elevado (sobre todo a medio plazo). El riesgo es mayor para las economías emergentes y en desarrollo, señalando a China como punto especial de preocupación.
Habrá que estar muy atentos a la evolución de los precios. El FMI afirma desconocer la incidencia que sobre la inflación tendrán los estímulos fiscales en Estados Unidos, donde el ritmo de subida de los tipos de interés y normalización de la política monetaria es más intenso. “Si la inflación sube más rápido de lo previsto, los bancos centrales podrían responder con más firmeza y producir una fuerte constricción de las condiciones financieras”.
Por esta razón, el FMI recomienda a los bancos centrales que la normalización monetaria sea gradual y se comuniquen las estrategias con claridad. Igualmente, postula que se refuercen los balances de los bancos más débiles y resuelvan los problemas de liquidez de algunas instituciones que operan a escala internacional. “Una turbulencia repentina podría dejar expuestos esos desajustes y cristalizar problemas de financiamiento”.
También ha alertado el FMI sobre el grave riesgo para la economía global que suponen las tensiones comerciales existentes, sobre todo entre EE UU y China: “No sería algo que afectaría sólo a estos dos países, porque el mundo está tan interconectado que impactaría a la economía global”.  
De momento, las dos potencias ya han oficializado subidas de aranceles por valor de 6.000 millones de dólares. En el caso de EE UU, se trata de tasas del 25% para el acero y el aluminio procedentes de China y, por parte de Pekín, consiste en el mismo gravamen para carne de cerdo, vino y algunas frutas. Es un montante económico menor (el comercio entre ambos países supera los 630.000 millones), pero la escalada puede ascender: Washington ha anunciado aranceles para productos chinos por 50.000 millones y Pekín ha respondido con la misma moneda.
El FMI está reclamando que tengan lugar negociaciones, pero recalcando que deben ser “multilaterales” y no únicamente ente Estados Unidos y China. Rechaza el FMI la vía escogida por Trump, un “enfrentamiento cuerpo a cuerpo” en el que ha dejado de lado a los organismos multilaterales o los tradicionales mecanismos de resolución, como es la Organización Mundial del Comercio (OMC).

CHINA:

La segunda potencia mundial, China, registró durante los tres primeros meses de 2018, un crecimiento de su PIB del 6,8% interanual. La buena marcha del consumo, el comportamiento del comercio exterior, y la recuperación de la inversión privada tiraron de la economía.  
La economía de China acumula casi tres años expandiéndose en unas tasas realmente estables, de entre el 6,7% y el 6,9%, todas ellas por encima del 6,5% establecido por Pekín. Aunque algunos analistas sospechan de las cifras, la verdad es que la economía del gigante asiático sigue creciendo de forma importante.
Con los índices de confianza de los consumidores en un máximo histórico, las ventas al por menor crecieron un 9,8% en el primer trimestre, la producción industrial un 6,8% y la inversión un 7,5%. Especialmente relevante fue el comportamiento de la inversión procedente de las empresas privadas, que se expandió a unos niveles no vistos desde el año 2015. Durante los últimos dos años han sido el Gobierno, a través del gasto público, y las empresas estatales los que han contrarrestado el débil apetito inversor en el sector privado.
Desde luego, en esta situación preocupa mucho la posibilidad de una guerra comercial con Estados Unidos. Por ahora los aranceles implantados tienen un reducido impacto, pero si la Administración Trump cumple sus promesas de ampliar los gravámenes a muchos otros productos y Pekín hace lo propio con las importaciones americanas, los efectos serían muy negativos.

LATINOAMERICA:

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado que Venezuela acabará este año 2018 con una inflación del 13.864%. En 2019, el valor de decenas de productos básicos seguirá creciendo hasta el 12.874%. Eso quiere decir que, en dos años, se prevé que los precios suban la mastodóntica cifra del 1.811.751%. Es decir, los precios se multiplicarán por más de 18.000 en el mismo período.
Si las previsiones del FMI se cumplen, el episodio de hiperinflación por el que atraviesa Venezuela será el más grave de las últimas décadas en Latinoamérica. 
En contraste, señala la institución para la economía de Latinoamérica una expansión del 2%, siete décimas más que en 2017 y una por encima de lo proyectado hace tres meses. Desde ahí, se acelerará hasta el 2,8% el año próximo (dos décimas por encima a la predicción que hizo en enero y cuatro por encima a la de octubre). Sin embargo, según advierte el Fondo, las numerosas elecciones que se celebrarán a lo largo de este ejercicio en la región, el envejecimiento de la población y el estancamiento de la productividad son factores de riesgo.

ESTADOS UNIDOS:

El crecimiento económico estadounidense ha superado las previsiones durante el primer trimestre, al crecer a una tasa anualizada del 2,3%. En todo caso, supone cierta caída respecto al 3% registrado durante el último semestre del pasado año.  
El primer trimestre de cada año suele ser complicado económicamente por el efecto de las nevadas. Y aunque este año no ha sido diferente, el crecimiento ha sido superior al 1,7% registrado en el primer trimestre del año pasado.
La inversión empresarial ha compensado la moderación en el gasto de los consumidores.
El consumo creció solo un 1,1% en el primer trimestre, frente al 4% del cuarto trimestre. Se trata de la cifra más baja en cinco años, lo que contrasta con el buen índice de confianza existente, y con la situación de pleno empleo en el marcado de trabajo (tasa de paro del 4,1%).  
La duda surge respecto a las consecuencias que puedan tener las medidas proteccionistas anuncias por Donald Trump, que pueden afectar al crecimiento. La balanza comercial estadounidense sumó dos décimas al PIB, ya las exportaciones subieron más que las importaciones, gracias a que los productos estadounidenses son más competitivos como consecuencia de la depreciación del dólar, y también por el buen crecimiento económico global.
Respecto a los tipos de interés, la Reserva Federal ha decidido mantenerlos entre el 1,5% y el 1,75%, aunque con la intención más que probable de incrementarlos durante el mes de junio próximo.
Los indicadores económicos referidos a Estados Unidos señalan un crecimiento superior al 3% los próximos dos trimestres. El Banco Central estadounidense pretende seguir retirando los estímulos de una forma gradual, conforme la rebaja de impuestos y el plan de gasto de Donald Trump toman el relevo.
Lo previsible es que se suban los tipos en EE UU dos veces más, aunque hay una buena parte de los miembros que ven posibles tres incrementos adicionales. Los precios vinculados al consumo están ya en el objetivo del 2% que persigue la Fed.

EUROZONA:

El panorama, una vez superada la crisis, con el Brexit del Reino Unido y las amenazas proteccionistas de Trump, muestra una región con cinco millones de parados menos en cuatro años, 20 trimestres consecutivos de crecimiento, y 2017 como el mejor año en una década para la eurozona.  Sin embargo, el primer trimestre del año ha dejado al descubierto la existencia de problemas en las previsiones: el PIB de los Diecinueve países del euro mejoró un débil 0,4% (el peor dato en año y medio) y muy por debajo de su comportamiento en los últimos tres trimestres, cuando creció el 0,7%.

La caída económica era esperada por los principales organismos financieros como consecuencia del menor crecimiento económico de Alemania a comienzos de este año, que ha sufrido de un entorno poco favorable:  las conversaciones para formar Gobierno se han alargado durante cinco meses en Berlín hasta que Merkel ha podido retomar el mando de la cancillería. La producción industrial cayó abruptamente en febrero y fue corregida a la baja en enero debido a las huelgas de los sectores siderúrgico y eléctrico germano.
Y existen otros factores: el temporal de frío siberiano que ha azotado el continente en marzo que ha dañado a la productividad de la mano de obra (cierre de oficinas, escuelas y transporte público).
No obstante, el Bundesbank (Banco Central alemán) no ve señales de peligro, afirmado en su boletín mensual que "el boom de la economía alemana se mantiene, incluso si la tasa de crecimiento del PIB en el primer trimestre de 2018 pudiera ser notablemente más baja que en trimestres anteriores".
Incluso el presidente del BCE, Mario Draghi, también anticipó esa moderación del crecimiento en Fráncfort. Ha señalado la institución la existencia de factores temporales y de un crecimiento sólido en el largo plazo. Sin embargo, la situación ha dado nuevos argumentos al programa de compra de activos frente a los que apuestan por una retirada de estímulos monetarios de forma más acelerada.
Algunos analistas señalan que ha habido una caída fuerte de los indicadores de confianza, sobre todo debido al miedo a una guerra comercial y a la inestabilidad y bloqueo político en Italia, que se está empezando a hacer sentir en los últimos datos.
También el euro, aunque ha retrocedido hasta mínimos de dos meses, continúa en una situación de fortaleza frente al dólar, lo que penaliza las exportaciones. Y el petróleo, que ha abaratado la factura del combustible a los europeos en los últimos tiempos, se asienta por encima de los 70 dólares el barril (a principios de 2016 cotizaba a menos de 30 dólares) y ronda máximos de tres años en medio de la tensión entre Rusia y Estados Unidos en torno a Siria.
En términos anuales, el PIB de la eurozona avanzó un 2,5% entre enero y marzo, tres décimas menos que en el último trimestre del pasado ejercicio. En el conjunto de los Veintiocho países de la UE, los síntomas de agotamiento de la economía fueron prácticamente idénticos: en los primeros tres meses el crecimiento fue también del 0,4%, y suma un 2,4% respecto al pasado año.

ESPAÑA:

La economía española creció un 0,7% en el primer trimestre de 2018, según el avance preliminar adelantado por el INE. Esta cifra supone un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) igual al de los dos trimestres precedentes y confirma las previsiones del Banco de España.
En términos de variación anual, el PIB sufre una leve ralentización en el primer trimestre y solo avanza un 2,9%, tasa dos décimas inferiores a la registrada en los tres trimestres anteriores. La actividad comienza el año todavía con inercia, aunque los analistas consideran que se irá moderando conforme avance el ejercicio.
De proyectarse ese 0,7% trimestral para todo el año, el crecimiento de 2018 se situaría en un robusto 2,8%, una décima más de lo que prevé el Gobierno en sus Presupuestos. 
Sin embargo, la Encuesta de Población Activa ha supuesto un pequeño jarro de agua fría. La tasa anual de crecimiento del empleo se ralentizó hasta el 2,36%, frente al 2,65% del cuarto trimestre de 2017 y el 2,82% del tercer trimestre. Si además se resta el crecimiento del empleo público, que no aporta productividad, la ocupación del sector privado solo crece un 1,97%.
Es cierto que el año pasado esta encuesta ya arrojó malos resultados a comienzos de año, y que luego se recuperó durante el segundo y el tercer trimestre, impulsada por el turismo y los servicios. Pero esta vez los analistas no creen que vaya a ocurrir lo mismo.
El consumo no tiene visos de proseguir al mismo ritmo que en los años anteriores. Para que eso ocurriese, con el ahorro tan bajo como está, tendrían que endeudarse mucho las familias.  
El turismo también ha mostrado crecimientos más suaves. Y las exportaciones de Aduanas están exhibiendo una leve ralentización, si bien las de las grandes empresas mantienen todavía el pulso. Salvo la inversión de las empresas, no se aprecia ningún motor que pueda seguir empujando con la fuerza de los años anteriores.
Y eso se traducirá en un crecimiento que este año seguramente dibujará un perfil ligeramente descendente, creciendo cada trimestre igual o un poquito menos que el anterior según el Consenso de Funcas.  
Aunque el año probablemente acabe con un robusto incremento del PIB del 2,7% tal y como prevé el Gobierno, la tendencia para el año siguiente será de moderación del crecimiento hacia tasas más cercanas al 2%.
No obstante, tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como la Comisión Europea han dado un voto de confianza a la reactivación española. Durante el pasado mes de febrero, Bruselas empezó a revisar al alza sus números con respecto a España, pero veía cierta desaceleración en el horizonte. Pero ahora as previsiones son mejores: la economía española se conduce estupendamente a pesar de que la eurozona ha pisado el pedal del freno. El crecimiento económico lleva tres años por encima del 3%, y en 2018 quedará muy cerca de ese listón, y muy por encima de la media europea: el PIB español avanzará el 2,9% en 2018, para relajarse después hasta un 2,4% en 2019. Esos números son mejores que los del Gobierno español, que prevé un crecimiento algo inferior, del 2,7% y del 2,4%, respectivamente.
España, definitivamente, no tiene un problema de crecimiento. Sin embargo, los indicadores sociales están siendo pésimos, con la desigualdad y el riesgo de pobreza en máximos, y una tasa de paro que sigue entre las más elevadas del Atlántico Norte: la recuperación siempre llega con retraso al empleo, pero en el caso español las cifras de desempleo, a pesar del recorte, siguen en los dos dígitos, lejos de las del primer mundo.
España destaca también para mal en lo relativo a la deuda: el grueso del endeudamiento sigue siendo muy elevado, a pesar de que ha bajado hasta 60 puntos de PIB en el sector privado. Toda esa limpieza privada parece haber ido al sector público, que presenta los peores números de Europa, con la deuda pública en torno al 98% del PIB (y solo ligera mejoría en los dos próximos años en ese capítulo) y el déficit público más elevado de Europa. España cerró 2017 como la única economía del euro y de la UE con un agujero fiscal superior al 3% del PIB. Y las noticias por ese flanco no son nada buenas.
Bruselas estima que el déficit será del 2,6% este año, cuatro décimas más de lo previsto por el Gobierno: 4.000 millones de euros más. En 2019 el déficit será del 1,9%, seis décimas más que la previsión del Gobierno: 6.000 millones más. Los pronósticos empeoran dos décimas en ambos casos respecto a las previsiones anteriores de la Comisión.
En el hipotético caso en que la realidad se parezca al horizonte fiscal que dibuja Bruselas, en total España incumpliría sus objetivos de déficit por unos 10.000 millones de euros en esos dos años, aunque si certifica que las cifras bajan de la barrera del 3% del PIB las reglas europeas serán mucho más benévolas que en el pasado. El problema, aun así, es la credibilidad: lejos de aprovechar La buena situación no se ha aprovechado para el ahorro, y el Gobierno ha prometido un alza de las pensiones (financiada con el mayor crecimiento y la nueva tasa digital) para tratar de evitar la pérdida de votos. Esta subida de las pensiones no ha sido considerada en las previsiones de Bruselas.
En relación a la evolución de los precios, según el Índice de Precios de Consumo (IPC), publicado por el INE, subieron en abril el 1,1% con respecto al mismo mes de un año antes. Supone una disminución de una décima en su tasa anual, ya que en el mes de marzo esta variación fue del 1,2%, según explica el instituto estadístico.
La bajada de los precios con respecto a marzo se explica por el menor coste del gas y por el fin de la temporada alta en los viajes. Según el INE, “destaca la bajada de los precios de los paquetes turísticos y del gas, frente a la subida que experimentaron en 2017".
Durante el mes de marzo, fueron los paquetes turísticos los que, precisamente, tiraron al alza de los precios, porque este año la Semana Santa se celebró aquel mes, y no en abril como en 2017. Con la menor demanda este año en abril de viajes y reservas de hotel, los precios bajaron.
El IPC arrancó el año en el 0,6%, y desde esa cifra subieron al 1,1% en febrero, al 1,2% en marzo y, de nuevo, se moderan al 1,1%. La previsión de los servicios de análisis es que al final del año se sitúe el IPC cerca del 1,5%. Esta cifra comporta mucha expectación debido al debate de las pensiones, ya que, si se aprueban los Presupuestos Generales, este año las pensiones volverían a quedar ligadas al IPC como lo estaban hasta 2013, y no a las subidas del 0,25% establecidas en la legislación del 2013.
Respecto a las ventas, las del comercio crecieron en marzo el 1,9%, una vez corregida la estadística de los efectos de calendario (cambios entre unos años y otros para que la cifra sea comparable). Es una décima menos que el mes previo y cinco por debajo del arranque del año, pero supone encadenar cinco meses en positivo.
Lo que más creció fue la venta de artículos para el hogar (5,4%) y los productos personales como la ropa o el calzado (el 1,6% en conjunto). Por tipo de comercio, el mayor avance se registró en las grandes cadenas, cuyo negocio creció el 4,9%), mientras que el pequeño comercio retrocedió, con una bajada del 1,3% y las grandes superficies solo se anotaron una subida del 0,6%.
Todas las comunidades incrementan sus ventas respecto a marzo de 2017, excepto Castilla y León (−0,5%). Aragón (4,4%), La Rioja (3,5%) y la Comunidad Valenciana (2,9%) registran los mayores aumentos.
En cuanto a la ocupación en el sector del comercio, subió el 1%, con especial crecimiento en el empleo de las grandes cadenas (3,2%) y con una leve reducción en el pequeño comercio (-0,2%). Asturias, Baleares y canarias es donde más creció el empleo en los comercios en el mes de marzo.
Como citábamos anteriormente, el empleo ha supuesto cierta decepción al comienzo de este año: se han destruido 124.100 empleos, la cifra más alta desde 2014 para ese periodo, y ha subido el paro en 29.400 trabajadores, elevando la tasa de desempleo hasta el 16,7%, según el INE. Los 124.100 empleos en total destruidos hubieran sido más de no ser por el aumento de plantillas en el sector público, donde se han creado 31.000 empleos en el último trimestre
Según la EPA, entre enero y marzo el número de personas en edad y disposición de trabajar bajó en casi 95.000 personas, devolviendo al mercado laboral a su tamaño de finales de 2007. Cuatro años de recuperación laboral no han detenido una dinámica que se mantiene desde 2012.
En todo caso. Se mantiene una tendencia positiva de fondo. En los últimos 12 meses se han creado 435.900 empleos que han situado el nivel total en 18,87 millones. El incremento anual es del 2,36%, varias décimas menos que en las ediciones de la EPA anteriores, algo que constata el Banco de España en la nota que emitió al subrayar “una moderación en el ritmo de crecimiento del empleo”.
Según el Banco de España, la desaceleración del empleo “ha tenido lugar en un contexto de un nuevo descenso de la población activa (un –0,1%), a pesar del mayor dinamismo de la población total (0,4%), tras el incremento del 3,5% de la población extranjera”.
No es nada positivo que el mercado laboral español lleve años reduciéndose. Ni los cuatro años largos de recuperación del empleo a un ritmo alto han cambiado el signo que se mantiene en los últimos seis años y que ha llevado a España a tener una población activa de 22,67 millones de personas en edad y disposición de trabajar. España tiene por primera vez más de 16 millones de inactivos entre los mayores de 16 años.

MERCADOS:

La Bolsa española tuvo un volumen de negocio durante el pasado mes de abril del 5,8% menos con respecto al mismo mes del año anterior, según el balance publicado este jueves por Bolsas y Mercados Españoles (BME).
Se trata de la cifra más elevada de los últimos diez meses, según indicó BME. Con respecto al mes de marzo, la negociación en Bolsa se incrementó un 33,3% y el número de negociaciones se situó en 2,9 millones.
En lo que va de año, la Bolsa acumula un volumen de negociación inferior en un 7,5% al del año pasado. En el mercado de derivados financieros, la negociación descendió un 4,1% en el acumulado del año, pero se mantiene el incremento en volumen de los derivados sobre Ibex35.
En renta fija destacó el volumen de nuevas emisiones incorporadas a negociación en el MARF, que alcanzó los 568 millones de euros y representa un incremento del 60% respecto al mismo periodo del año anterior.
Respecto al petróleo, lamentablemente, los países productores tras más de un año de esfuerzos conteniendo la oferta con la esperanza de aupar los precios, lo han conseguido: el barril de Brent, el de referencia en Europa, ha alcanzado cifras próximas a los 75 dólares, un nivel inédito desde noviembre de 2014.
Este empuje alcista no es nuevo, y se debe los recortes que surgieron a mediados del año pasado, y el apoyo expresado por Rusia, logrando que los precios vayan hacia arriba de forma prácticamente ininterrumpida desde entonces.
El Brent ha pasado de cifras inferiores a los 50 dólares del verano de 2017 a los más de 70 actuales. El pacto de productores ha logrado que cada día se retiren del mercado al menos 1,8 millones de barriles.
Por otra parte, los últimos datos de inventarios que llegan de EE UU apuntan a una reducción mayor de la prevista, hasta los niveles más bajos desde 2014. Además, Estados Unidos ha aumentado su demanda de gasolina a un nuevo máximo de 9,9 millones de barriles al día, según datos de la Agencia Internacional de la Energía.
Pero quizás son aún más importantes las informaciones difundidas por Reuters, que sugieren una voluntad del Gobierno saudí de alargar una vez más el acuerdo de contención de la oferta con el objetivo de acercarse a una franja de entre 80 y 100 dólares por barril. Sin duda, una pésima noticia, sobre todo para España.

EMPRESAS:

Según datos publicado por el INE, las empresas españolas no financieras han obtenido unas rentas por valor de 267.000 millones, unos 98.000 millones más que en 2008.
Con esas rentas, han distribuido unos 15.000 millones más en dividendos, han invertido casi tanto como en el pico de la burbuja inmobiliaria, y se han desendeudado o desapalancado mucho.
Sin embargo, dedican unos 10.000 millones menos a salarios pese a producir lo mismo. Se trata de un nuevo modelo con menos ladrillo y más exportaciones, que resulta menos favorable para los asalariados pero que también genera menos deuda.
Tras la crisis, las empresas son las que han salido mejor paradas. Con datos de cierre de 2007, la fotografía de las sociedades no financieras revela que, en su conjunto, estas se encuentran en una situación bastante mejor que en 2008. Mientras que las rentas de los hogares se sitúan en 686.071 millones y todavía pierden 28.058 millones respecto a 2008, las empresas obtienen 98.474 millones más, alcanzando los 267.680 millones.
El Banco de España ha explicado este proceso en diversas ocasiones: al enfrentarse con una crisis financiera, las compañías reaccionaron elevando sus márgenes para poder autofinanciarse a la vez que caía la demanda. Es decir, tuvieron que ajustar costes. Lo que más rápido se recortó fue el coste del empleo. En pocos años, la partida que dedican las empresas a remuneración de asalariados se desplomó en 65.000 millones.
En base a ese tremendo ajuste en medio de la recesión, consiguieron que en 2009 sus rentas subiesen en unos 30.000 millones hasta los 200.000 millones. Y entre ese año y 2012 se mantuvieron estables alrededor de esa cifra a pesar del hundimiento de la demanda doméstica. Al mismo tiempo, muchas sociedades se volcaron más con los mercados exteriores, y el pago por intereses empezó a descender a gran velocidad. Las exportaciones y la reducción de la carga financiera también contribuyeron decisivamente al mantenimiento de los beneficios.
Tan pronto como llegó la recuperación, los excedentes empresariales volvieron a dispararse hasta alcanzar los 267.000 millones a cierre de 2017. En esa fase de expansión, las empresas ni siquiera tenían que mejorar sus márgenes. Bastaba con el incremento de ingresos que les reportaban las mayores ventas.
Durante esos años de vuelta al crecimiento, la retribución de asalariados también se recuperó. Pero claramente no al mismo ritmo. Con 10.000 millones menos, todavía no ha recobrado siquiera los niveles de 2008.
Y la factura por intereses se ha recortado hasta en 55.000 millones, gracias a la política monetaria del BCE, la reducción de deuda y la desaparición de empresas altamente endeudadas.
Las empresas casi han vuelto a los niveles de inversión previos a la crisis. Y han destinado 15.663 millones más a dividendos, un alza del 33%.
Además, han bajado drásticamente su endeudamiento o deuda. Han pasado de necesitar endeudarse en unos 44.000 millones en 2008 a obtener unos 34.000 millones de liquidez anual en 2017. Por obra de esa capacidad de financiación, la deuda ha caído en 285.000 millones desde 2009, rondando niveles sobre PIB europeos.
Según datos del Banco de España, las empresas han aumentado su capital en unos 200.000 millones, de forma que sus pasivos son del mismo tamaño que en 2008, pero con una estructura mucho más saneada: están más capitalizadas con fondos o recursos propios, poseen más activos financieros y son menos dependientes de la deuda y, por tanto, de oscilaciones de las tasas de interés.

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